(AyudaalaIglesiaNecesitada/InfoCatólica) Se trata de la familia del joven Akash Bashir quien sacrificó su vida para evitar que un terrorista suicida ingresará a una iglesia e hiciera estallar explosivos dentro de la misma y así causar daño a otras personas.
En marzo de 2015 murieron 20 personas y 80 salieron heridas por dos atentados suicidas en dos iglesias de Youhanabad, un barrio de Lahore, en Pakistán. Al cumplirse un año del ataque terrorista donde falleció el joven, fue iniciado el proceso de beatificación.
La madre del joven nos cuenta: «Nos mudamos a Youhanabad en 2008. En noviembre de 2014, Akash se unió al grupo de voluntarios que velaban por la seguridad de nuestra iglesia. Solíamos ver a los manifestantes que pedían justicia para las víctimas del atentado contra la iglesia de Peshawar, Akash solía hablar de ello con sus amigos e insistió durante tres meses en que quería ayudar a vigilar la iglesia. Estaba dispuesto a sacrificar su vida si Dios le daba la oportunidad de proteger a terceros».
Su madre recuerda la angustia que sintió ese día al escuchar los disparos y las detonaciones y recordó las amenazas que hacían contra la escuela de la Iglesia de Cristo.
«Salí corriendo con mi hija menor y busqué a Akash entre los chicos que estaban cerca de la puerta de la iglesia, entonces lo vi tirado en la tierra. Su brazo derecho estaba casi arrancado. No podía creer lo que veía».
Akash se había colocado en la puerta de la iglesia y no hubo nada que lo hiciera moverse de allí. Dijo: «Moriré, pero no te dejaré entrar en la iglesia».
Falleció en la puerta de la iglesia al recibir los impactos de los explosivos.
Arsalan, el hermano menor de Akash, ha tomado su lugar en el cuidado de la iglesia, sus padres no quieren impedirles que sircan a la iglesia a pesar de la terrible situación vivida con Akash.
«El movimiento en pos del proceso de beatificación de Akash se ha retrasado debido a la pandemia, pero un sacerdote salesiano está escribiendo un libro sobre él. Akash era parte de mi corazón, pero, no obstante, nuestra felicidad es mayor que nuestra pena pues no murió de una adicción a las drogas o por un accidente. Era un simple muchacho que murió en el camino del Señor y salvó al sacerdote y a los feligreses. Akash ya es nuestro santo», nos cuenta su madre.