Un ex-Jemer Rojo converso al cristianismo pide el «castigo más severo» por sus crímenes

El juicio por los crímenes cometidos en Camboya hace 30 años, durante la dictadura comunista del Jemer Rojo, ha llevado a un confeso y autoinculpado Duch ante el tribunal internacional en Phnom Penh. Después de escuchar los testimonios de algunas de sus víctimas, Duch, responsable de un centro de detención entre 1975 y 1979, ha reconocido los crímenes cometidos y entre lágrimas pidió al pueblo camboyano que le imponga «el castigo más severo posible». El ex-jefe torturador del Jemer Rojo, convertido al cristianismo evangélico en 1995, pidió perdón a las familias de los casi 14.000 camboyanos que perdieron la vida en Tuol Sleng. Afirma que nunca perteneció a la cúpula dirigente del Jemer Rojo, y de hecho está considerado por el tribunal como el mando más bajo de los cinco que van a ser juzgados próximamente.

(Protestante Digital/InfoCatólica) ´Duch´ ha cooperado con la justicia después de su conversión al cristianismo, de hecho es el único que así ha procedido, y su testimonio será por ello clave en el juicio de los que fueron sus superiores.

Kaing Guek Eav, de 66 años, más conocido como ´Duch´, se echó a llorar ante el tribunal internacional que le juzga por crímenes contra la humanidad después de escuchar el testimonio de una mujer que perdió a su marido y cuatro hijos en los campos de exterminio de Choeung Ek a las afueras de la capital.

La víspera, ´Duch´ confesó por primera vez en el juicio que torturó personalmente a algunos de los reclusos del centro, tras un careo con un antiguo guarda que afirmó tener pruebas de ello.

Sin embargo, dijo que desde su punto de vista el crimen más grave que cometió durante aquellos años fue adoctrinar políticamente a sus subordinados, a los que convenció de que los prisioneros eran enemigos del régimen para que continuasen con su macabra y terrible tarea.

´Duch´ está acusado de crímenes de guerra y contra la humanidad, torturas y haber ordenado la muerte de miles de reclusos, aunque en el caso de ser hallado culpable será condenado -como máximo- a cadena perpetua. Integrado por jueces camboyanos y extranjeros, el panel que le juzga fue establecido en 2006 para hacer justicia con los casi 2 millones de personas que murieron durante el terror del Jemer Rojo y cerrar así una de las páginas más terribles de la historia de Camboya.

El régimen de terror del Jemer Rojo

Bajo las órdenes del dictador Pol Pot, el Jemer Rojo provocó un auténtico genocidio en Camboya, entre 1975 y 1979. La guerrilla llegó a exterminar al 25% de la población del país, 1’7 millones de personas, en una brutal purga contra el régimen anterior.

Tras avanzar posiciones dentro de la organización terrorista, Kaing Guek Eav se convirtió en el comandante de dos prisiones por las que pasaron entre 14.000 y 16.000 personas. Se le consideraba el torturador jefe, y según se sabe, vivía junto a su mujer e hijos en un casa de dos pisos adjunta al primer centro, Tuol Song. Allí, como él mismo ha explicado, pasaba jornadas maratonianas aplicando la violencia a los presos para sacar confesiones antirrevolucionarias que implicaran a otros ciudadanos aún libres.

Dirigía una máquina perfectamente organizada por la que pasaron ciudadanos, ministros del régimen comunista caídos en desgracia, diplomáticos extranjeros y hasta 2.000 niños. Los prisioneros eran interrogados, torturados y enviados a un campo de exterminio cercano, donde morían. “Simplemente obedecía”, explica. “Quien llegaba a nuestro centro no tenía ninguna posibilidad de salvarse. Y yo no podía liberar a nadie”, contaba recientemente ´Duch´.

El terror se extendió aún más a finales del año 1978, cuando el ejército vietnamita amenazaba ya seriamente con derribar a los Jemeres. Ante la situación de confusión y paranoia, a ´Duch´ se le ordenó acelerar las ejecuciones a un ritmo aún superior, por lo que los presos eran exterminados sin ni siquiera ser interrogados.

Huida y cambio de identidad

El experimento comunista de Pol Pot acabó con la toma de la capital camboyana por el ejército del Vietnam. Kaing y otros muchos guerrilleros del Jemer huyeron de sus puestos y se ocultaron en las junglas de la región oeste de Camboya. Así, dejaron atrás numerosos documentos inculpatorios, que implicaban, especialmente a Duch como uno de los principales responsables de la matanza.

Tras huir, Duch pasó un año en China como profesor de lengua; luego volvió a Camboya como profesor de matemáticas y consiguió cambiar su identidad. Bajo un nuevo nombre, incluso cooperó para esclarecer los hechos ocurridos durante el tiempo en el que formó parte del régimen dictatorial.

Conversión a Jesús y confesión

Kaing tiene ahora 66 años, y se convirtió tras la caída del régimen comunista y su huída en un cristiano evangélico claramente convencido y comprometido con su fe. Su experiencia renovadora en Jesús se realizó en 1995, después que su mujer fuera asesinada por un grupo de bandidos.

Finalmente unos periodistas de Far Eastern Economic Review encontraron a Duch en 1999, después de 20 años de desaparición. Trabajaba como asistente médico en un campo de refugiados del American Refugee Committee en el norte de Camboya. Kang Kek Ieu reconoció -y así se publicó en la revista- haber participado en torturas, asesinatos y crímenes contra la humanidad y que estaba preparado para testificar contra otros líderes. También explicó que se había convertido al cristianismo evangélico, que era un cristiano “nacido de nuevo”.

El propio Kaing ha hablado de su fe en una entrevista que concedió al diario español El País. Explica que dejó el budismo después de conocer en Battambang a misioneros de “la Golden ChristianWest Church”. Una de las cosas que le atrajo era que “estaba convencido de que los cristianos eran una fuerza, y que esa fuerza podía vencer al comunismo”. Se abrió a la fe en Jesús al darse cuenta que su ideología comunista del Jemer rojo no se sostenía: “En la época de la guerrilla yo tenía 25 años, Camboya estaba corrompida, el comunismo estaba lleno de promesas y yo creía en ellas. Sin embargo, ese proyecto fracasó”, dice.

Explica que se convirtió mediante “un pastor camboyano”, que había viajado a EEUU para formarse y volvió a su país natal para “ayudar a sus compatriotas a encontrar a Cristo”. A él, reconoce Kaing, le contó todo su pasado, después de convertirse. Y añade que como él, otros ex Jemeres Rojos, “también han elegido mi camino”, es decir, también se han convertido a Jesús.

Y así parece que es. Según un artículo de The Observer, publicado en 2004, al menos 2.000 Jemeres Rojos de todos los rangos se han convertido a Jesús abrazando el mensaje del cristianismo evangélico después de la caída del régimen.

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