(Fides) «En Níger se celebró ayer la fiesta de la conclusión del Ramadán, Aid el Fitr. En la capital, Niamey, todo se desarrolló en la calma y la serenidad de este día de oración y celebración familiar. Sólo un largo apagón acompañó la mayor parte del caluroso día de fiesta», dice a la Agencia Fides el P. Mauro Armanino, misionero de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA), que trabaja en Niamey.
«Pero el verdadero y dramático ‘apagón’ se produjo en el pueblo de Fangio, a unos 300 kilómetros de Niamey, en la zona de Songhay-Zerma, donde nacieron las primeras comunidades católicas del país.
El primer nigeriano católico bautizado, Antoine Douramane, procedía de esta zona. Fue él quien fundó la comunidad de Fangio», dice el padre Armanino, informando de este nuevo ataque de grupos yihadistas contra comunidades rurales de Níger.
«En la mañana de la fiesta, alrededor de las siete, llegaron hombres armados en motocicletas y atacaron el pueblo en cuestión, matando a cinco personas e hiriendo a otras dos. El pueblo fue saqueado y un miembro de la comunidad cristiana, llamado José, también fue asesinado». Los yihadistas profanaron la iglesia local. «También quemaron la estatua de María, los ornamentos del altar y varios libros litúrgicos», dice el padre Armanino. «La oficina del director de la escuela estatal también fue destruida. De nuevo, todo lo que puede representar una amenaza para la hegemonía ‘yihadista’ tratan de aniquilarlo».
Cabe señalar que, en la zona de las «Tres Fronteras» (Malí, Burkina Faso, Níger), se encuentran los militares de Chad en el marco de la Operación Barkhane en el Sahel. En la misma zona varios cientos de personas han perdido la vida a manos de grupos terroristas armados y de bandidos. «La capital, Niamey, parece estar ‘rodeada’, subraya el misionero.
«Miles de personas han huido ya, buscando refugio y seguridad en otros lugares. Se calcula que al menos un millón de personas están desplazadas internamente, con necesidades cada vez mayores de ayuda por parte de las agencias humanitarias. Algunos de los cristianos de esta zona viven su fe en la ‘clandestinidad’ y, por tanto, con miedo a las represalias. El tiempo de los mártires es ahora, mientras se celebra la fiesta de la Ascensión», concluye el P. Armanino