(Vatican.news) Por un lado, el «desconcierto por la incertidumbre laboral», por otro, los «temores dados por los costes cada vez menos sostenibles de la crianza de los hijos» y la «tristeza» por las mujeres «que en el trabajo se ven desanimadas a tener hijos o tienen que esconder la barriga». Todas ellas son «arenas movedizas que pueden hundir a una sociedad» y contribuyen a hacer aún más «frío y oscuro» ese invierno demográfico que ya es constante en Italia.
«Italia se encuentra así desde hace años con el menor número de nacimientos de Europa», ha señalado el Pontífice, «en lo que se está convirtiendo en el viejo continente no ya por su gloriosa historia, sino por su avanzada edad.»
«Cada año es como si una ciudad de más de doscientos mil habitantes desapareciera, en 2020 tocó el número más bajo de nacimientos desde la unidad nacional: no sólo por Covid, sino por una tendencia continua y progresiva a la baja, un invierno cada vez más duro».
El Papa ha criticado la situación en la que se encuentran muchas mujeres en el trabajo, temerosas de que un embarazo pueda suponer un despido, hasta el punto de llegar a ocultarlo.
«¿Cómo es posible que una mujer sienta vergüenza por el regalo más hermoso que la vida puede ofrecer? No la mujer, sino la sociedad debería avergonzarse, porque una sociedad que no acoge la vida deja de vivir. Los niños son la esperanza que hace nacer a un pueblo».
El Papa concluyó su discurso dando la gracias a los presentes y asegurando que sin natalidad no hay futuro:
«Gracias a cada uno de ustedes y a todos los que creen en la vida humana y en el futuro. A veces te sentirás como si estuvieras clamando en el desierto, luchando contra molinos de viento. Pero adelante, no te rindas, porque es hermoso soñar lo bueno y construir el futuro. Y sin natalidad no hay futuro».