(Vatican.news) «Es el amor que tiene origen en el Padre, porque Dios es amor», dijo el Pontífice haciendo hincapié en que el amor que Jesús nos dona «es el mismo con el que el Padre lo ama a Él: amor puro, incondicionado, gratuito».
«Donándonoslo, Jesús nos trata como amigos, dándonos a conocer al Padre y nos involucra en su misma misión por la vida del mundo», puntualizó Francisco.
«Permanecer en el amor de Jesús»
Siguiendo la exhortación del Maestro, «permanezcan en mi amor», el Papa destacó que para poder lograr esta difícil meta de la vida es necesario cumplir con los mandamientos de Dios que Jesús resumió en uno solo «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (v. 12):
«Amar como ama Cristo significa ponerse al servicio de los hermanos, tal como hizo Él al lavar los pies de los discípulos. Significa salir de uno mismo, desprenderse de las propias seguridades humanas, de las comodidades, para abrirse a los demás, especialmente a quienes tienen más necesidad. Significa ponerse a disposición con lo que somos y lo que tenemos. Esto quiere decir amar no de palabra, sino con obras.»
Decir «no» a otros amores: dinero, éxito y poder
Poniendo en guardia sobre los riesgos de desviarnos del camino marcado por el Señor, el Obispo de Roma recordó que amar como Cristo significa decir no a otros «amores» que el mundo nos propone: amor al dinero, al éxito, al poder…
«Estos caminos engañosos, nos alejan del amor al Señor y nos llevan a ser cada vez más egoístas, narcisistas y prepotentes. La prepotencia conduce a una degeneración del amor, a abusar de los demás, a hacer sufrir a la persona amada».
Asimismo, el Pontífice reflexionó en su alocución sobre los peligros del amor enfermo que se transforma en violencia. «¡Y cuántas mujeres son sus víctimas hoy en día!», añadió Francisco subrayando que esto no es amor ya que «amar como ama el Señor quiere decir apreciar a la persona que está a nuestro lado y respetar su libertad», es decir, amarla como es y gratuitamente.
«En definitiva, Jesús nos pide que habitemos en su amor, no en nuestras ideas, no en el culto a nosotros mismos; que abandonemos la pretensión de dirigir y controlar a los demás para fiarnos y donarnos a ellos»
El verdadero cristiano no está triste
Finalmente, el Papa recordó que Jesús mismo nos ha dicho que este «permanecer en el amor del Señor» nos conducirá siempre a la alegría: «Para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea plena» (v. 11).
«En vivir esta alegría consiste nuestro ser verdaderos testigos, porque la alegría es el signo distintivo del verdadero cristiano. El verdadero cristiano no está triste, siempre tiene esa alegría en su interior, incluso en los momentos malos»
«El Señor quiere que la alegría que Él posee, porque está en comunión total con el Padre, esté también en nosotros en cuanto unidos a Él», expresó el Santo Padre afirmando que a pesar de nuestras infidelidades, «esta alegría de sabernos amados por Dios nos nos hace afrontar con fe las pruebas de la vida, nos hace atravesar las crisis para salir de ellas siendo mejores».
«Que la Virgen María nos ayude a permanecer en el amor de Jesús y a crecer en el amor hacia todos testimoniando la alegría del Señor resucitado», concluyó.