(Agencias/InfoCatólica) La Misa de beatificación tuvo lugar en la Abadía cisterciense de la localidad italiana de Casamari, donde están enterrados los sacerdotes Simeon Cardon, Domenico Zawrel, y los religiosos Maturino Pitri, Albertino Maisonade, Modesto Burgen y Zosimo Brambat,. todos ellos fueron asesinados por odio a la fe el 13 de mayo de 1799, mientras defendían la Eucaristía.
El martirio de los nuevos beatos es «lejano en el tiempo» pero esto «no lo hace menos relevante», afirmó el cardenal Semeraro, que recordó que «eran hombres frágiles y temerosos: vulnerables, como lo somos todos un poco y como se demuestra especialmente en esta fase de pandemia».
Quiseron defender la Eucaristía de ser profanada
El testimonio de los nuevos bendecidos está vinculado a una fecha y a un periodo histórico conflictivo. Era el año 1799. En enero, Nápoles es ocupada por las tropas francesas y se proclama la República Napolitana. El 13 de mayo de ese año, veinte soldados franceses entraron en la abadía de Casamari en busca de objetos preciosos para saquear. Cuando irrumpieron en el monasterio, la mayoría de los monjes intentaron salvarse. En esos dramáticos momentos, el padre Simone Cardon y otros 5 religiosos intentaron defender la Eucaristía de la profanación. «Estos mártires -explicó el cardenal Casamari- no eran héroes de »cómic«, sino personas normales. Eran hombres temerosos, como lo somos todos». No eran «guerreros», sino testigos del amor de Jesús que dijo a sus discípulos: «¡No tengáis miedo!»
Testimonio para hoy
El testimonio de los mártires de Casamari es, pues, una página no relegada a la historia. Pero es un testimonio que también habla a la gente de hoy. «Ninguno de nosotros podrá perseverar en el seguimiento de Cristo sin tribulación, sin conflicto, sin 'combate espiritual'», dijo el cardenal Semeraro en su homilía.
La vida espiritual perfecta consiste en conocer el amor infinito de Dios y también la propia debilidad y, convencidos de ello, emprender la batalla espiritual para dar muerte a los propios deseos y afectos desordenados para hacer siempre y en todo la voluntad de Dios (cf. L. Scupoli, Combattimento spirituale cap. 1). Es, por tanto, desde esta perspectiva que hoy la Palabra del Señor nos pide que miremos el testimonio de los nuevos Beatos: la confianza en su preocupación paternal.
«Ellos - dijo finalmente el cardenal Semeraro - se ocupan de nosotros. Esta es la reconfortante certeza que debe invadir nuestros corazones».
Recuerdo del Papa
El Papa Francisco habló de los mártires durante el rezo del Regina Caeli este domingo en la Plaza de San Pedro:
«En 1799, cuando los soldados franceses en retirada de Nápoles saquearon iglesias y monasterios, estos mansos discípulos de Cristo resistieron con valentía heroica, hasta la muerte, para defender la Eucaristía de la profanación. Su ejemplo nos empuja a un mayor compromiso de fidelidad a Dios, capaz también de transformar la sociedad y de hacerla más justa y fraterna. ¡Un aplauso para los nuevos Beatos!».