(Arch Sevilla/InfoCatólica) El Arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, ha presidido la Misa Crismal la mañana de ayer, Martes Santo, en la Catedral hispalense. Durante la ceremonia, el clero sevillano ha renovado sus promesas sacerdotales.
Monseñor Asenjo inició su homilía agradeciendo la presencia de más de 240 sacerdotes, 20 diáconos, seminaristas, una pequeña representación de la vida consagrada y un grupo de laicos. «Habéis venido de todos los rincones de la Archidiócesis a celebrar esta Eucaristía con vuestro obispo. En ella vamos a bendecir el óleo de los catecúmenos y de los enfermos, y consagraremos el santo crisma para ungir a los nuevos cristianos, a los confirmandos y a los seis diáconos, que serán ordenados presbíteros el día 20 de junio».
Por tanto, esta Eucaristía «es una expresión bellísima de la comunión de la Iglesia. A todos nos une el vínculo de nuestra pertenencia al Cuerpo Místico. A los presbíteros nos une además el don del sacerdocio que el Señor nos ha regalado y la misión y tarea que todos compartimos en el servicio a la Palabra, en la santificación y el pastoreo del Pueblo de Dios. Hemos venido a nuestra Catedral a robustecer nuestra comunión con el Señor y a fortalecer también nuestra comunión fraterna. Solo por ello nos ha merecido la pena madrugar. Os agradezco el esfuerzo», ha manifestado el Arzobispo.
En esta línea, ha referido a los sacerdotes que «la amistad con Jesús nos hace sentir la urgencia de la misión y la necesidad de darlo a conocer. La timidez, la pusilanimidad y la falta de vigor apostólico provienen siempre de una amistad con el Señor débil o enfermiza. La amistad con Cristo, sin embargo, nos da valentía y audacia misionera para anunciarlo».
«Esta mañana ríos de gracia parte de la Catedral y llegan a todos los rincones de la diócesis, nuestros destinatarios son nuestros fieles, nuestro pueblo al que servimos y por el que tenemos que seguir desviviéndonos».
El Arzobispo agradece las plegarias por su salud
Monseñor Asenjo expresó que previsiblemente es la última Misa Crismal que celebra en la Catedral de Sevilla y «probablemente en mi vida. Quiero despedirme de todos vosotros y agradecerles vuestra plegaria por mí. Estoy bien de ánimo, estoy sereno y tranquilo, porque acepto lo que el Señor ha permitido en mi vida y lo ofrezco por la Iglesia, por el Papa Francisco, por la Archidiócesis y por todos vosotros, los sacerdotes, los consagrados y los laicos, que Dios os lo pague». Exhortó también a rezar por el obispo que ha de venir, «para que sea un obispo según el corazón de Dios».
Pastoral de vocaciones
En esta línea. animó a los sacerdotes a implicarse cada vez más en «la pastoral de las vocaciones. Es una obligación vuestra, queridos hermanos sacerdotes, que deben rezar por esta intención sacro santa, como la llamara san Juan XXIII, obligación principalísima, que no sintáis vergüenza ni rubor invitando a los jóvenes a plantearse un futuro vocacional y sacerdotal, que lo atraigáis con el testimonio luminoso, atractivo y elocuente de vuestra vida pobre, sencilla y limpia».
Ha referido también que se marcha con una frustración, porque le hubiese gustado poner sus pies en «América Latina o en cualquier país de misión, no ha sido posible y bien que lo lamento. Dios quiera que mi sucesor tenga la suerte de suscitar entro nosotros el ímpetu y la pasión por las misiones y podamos crear una réplica de nuestra diócesis en país de misión y hacer de ella una Iglesia misionera».
Invitó a los laicos a fortalecer su oración por los sacerdotes. «Quered a vuestros sacerdotes, amadlos y que ellos se den cuenta de que le queréis y de que los amáis. Ayudadles cuando veáis que desfallecen, cuando le veáis sufrir, pero, sobre todo, rezad cada día por ellos, para que vivan fiel y santamente la hermosísima vocación que el Señor les ha regalado en su Iglesia».