(LSN/InfoCatólica) «La reacción (al texto de la CDF) es simplemente una expresión de mundanidad, una mundanidad que ha entrado en la Iglesia, por la cual la agenda homosexual agresiva ha pasado ahora a ser dominante incluso en ciertos círculos eclesiales e incluso entre ciertos obispos», dijo el cardenal en una entrevista Raymond Arroyo para EWTN.
El cardenal comentó la información dada por la revista America Magazine, de la Compañía de Jesús, en la que se aseguraba que el Pontífice se distanció del texto del dicasterio presidido por el cardenal Ladaria durante el Ángelus posterior a la publicación del documento. Burke dijo que no es «irrazonable» interpretar el discurso del Papa en el Ángelus como lo hizo la revista jesuita, como una reacción a la declaración de la CDF, pero en todo caso es «poco claro» lo que el Papa quiso decir.
«Creo que tendría que quedar claro que la Santa Sede, viendo que la revista oficial de los jesuitas en los Estados Unidos de América hace estas afirmaciones, debería dejar claro que el Papa aprobó de facto esta declaración y que la apoya».
En cuanto al texto de la CDF, afirmó:
«Simplemente afirma lo que la Iglesia siempre ha enseñado y practicado con respecto a la atracción por el mismo sexo y cuando ésta conduce entonces a actos intrínsecamente desordenados, no conformes con el plan de Dios. Así que, desde ese punto de vista, no hay nada en ella de lo que sorprenderse».
El mismo tiempo, el cardenal advirtió que una frase del decreto que habla de «elementos positivos» en esas relaciones requiere una aclaración:
«Cuando se habla de 'elementos positivos' en una relación entre personas del mismo sexo, hay que entenderlo bien. Si los 'elementos positivos' tienen que ver con algo aparte de la unión entre personas del mismo sexo, o, en otras palabras, con la relación entre personas del mismo sexo, entonces es comprensible que las personas sigan siendo buenas personas, aunque vivan una vida desordenada y pecaminosa. Pero si se interpreta que la relación en sí tiene 'elementos positivos', eso, por supuesto, sería problemático».
Burke insistió en que los obispos que desafían abiertamente el decreto, mencionando específicamente al obispo belga Johan Bonny, deberían «renunciar» voluntariamente a su cargo:
«El obispo, si le duele lo declarado por la Congregación de la Doctrina de la Fe, debe examinarse a sí mismo respecto a su propia coherencia con la fe católica. Y, si no se atiene a la fe católica, entonces debe renunciar a su cargo. Tiene que ser relevado de su cargo de obispo diocesano, porque esto es simplemente inaceptable. No puede ser»