(Diario del AltoAragón/InfoCatólica) Una arraigada tradición asegura que el Santo Cáliz que usó Jesucristo en la Última Cena era guardado en Roma y fue enviado a Huesca por San Lorenzo para preservarlo de la persecución contra los cristianos del siglo III. De Huesca habría pasado a San Juan de la Peña y los monjes de este cenobio lo entregaron a la Casa Real de Aragón, que lo depositó en Valencia, donde se venera la reliquia. La entrega fue recibida con un fuerte aplauso por los cientos de fieles que abarrotaban ayer la basílica laurentina.
Concelebraron con el obispo de Huesca, monseñor Jesús Sanz-Montes, los arzobispos de Zaragoza, monseñor Manuel Ureña, y Pamplona-Tudela, monseñor Francisco Pérez, así como los obispos de Barbastro-Monzón, monseñor Alfonso Milián, y Tarazona, monseñor Demetrio Fernández-González. Participó también buena parte del clero diocesano.
El obispo oscense, don Jesús Sanz Montes, dio la bienvenida a concelebrantes y asistentes al inicio de la Celebración e indicó en sus palabras que las colectas recogidas en la Basílica con motivo del año jubilar se han destinado a la obra oscense de los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca.
En la Pontifical estuvo presente la Corporación Municipal y algunas de las autoridades que participaron en la procesión. Su inicio fue precedido por la emotiva entrada de los Danzantes en la Basílica. Ocupó lugar preferente la Cofradía de Caballeros de San Lorenzo. En el presbiterio se situaron el busto procesional de San Lorenzo y las reliquias del patrón de Huesca.
Ayer la Basílica fue un constante entrar y salir de oscenses que quisieron realizar una visita al templo, mientras, en el atrio, colaboradoras de la parroquia repartieron albahaca.