(Aica) En la celebración, coincidente con el Miércoles de Ceniza en que la Iglesia da inicio a la Cuaresma, estuvo presente el obispo auxiliar de la diócesis, monseñor Guillermo Caride, y las autoridades de la Junta Diocesana de Educación. La Eucaristía fue transmitida a través de las redes sociales.
En la homilía, monseñor Ojea destacó la importancia del Pacto Educativo Global, citando la convocatoria del Papa Francisco al respecto:
«El Santo Padre, cuando llama al pacto educativo global -teniendo presente esa imagen africana- dice que se necesita una ‘aldea’ para educar a una persona. En esa convocatoria que es general a todos aquellos que tienen alguna intervención en el proceso educativo, es que nosotros nos planteamos en este momento tan delicado: ¿Cómo sembrar esperanza? ¿Cómo hacer una auténtica siembra de esperanza?»
«En este año difícil, nosotros hemos experimentado más todavía el valor de la educación, la necesidad de la educación. La educación es -dice el Papa Francisco- un desafío al egoísmo, a la indiferencia de la globalización, y a la cultura del descarte»
En ese sentido, monseñor Ojea llamó a los docentes de la diócesis a «mirar la educación contemplando y pensando lo que significa la cultura en la que nosotros estamos viviendo. Porque el Papa nos invita a ser ‘contraculturales’. Cuando digo ser ‘contracultural’, estoy diciendo: hay una cantidad de elementos de pensamiento, de sentimientos que respiramos en el mundo en que vivimos, que no son ya cristianos. De alguna manera una Escuela Católica y que tenga un ideario, una escuela que la Iglesia necesita para evangelizar, tiene que plantearse con seriedad el tema de la cultura».
Dirigiéndose a los docentes, el obispo expresó:
«Es imposible educar hoy si no tenemos presente lo que es la indiferencia y lo que es la cultura del descarte. Esto lleva al educador cristiano a desarrollar la paciencia; el respeto; la escucha; el diálogo. Estoy proponiendo, con el Santo Padre y con la Iglesia, un camino para poder acompañar con aquello que nosotros creemos a fondo, que es la verdad».
Finalmente, refiriéndose a la sanción de la ley del aborto en el mes de diciembre, el obispo invitó a los directivos y docentes a reflexionar:
«Más allá de las situaciones dramáticas que rodean este tema; más allá de las situaciones complejísimas y de las necesidades y carencias que pueden aparecer detrás de un embarazo no deseado; nosotros no podemos renunciar a decirles a nuestros chicos y chicas lo que es la verdad; no podemos tener miedo de hacerlo. No podemos abandonar el pensamiento porque haya espacios que sean conflictivos, difíciles. Hoy ya no hay debates, hay guerra, guerra para aniquilar al otro. Lo vemos todos los días. Lo importante es ganar, terminar y aniquilar.
Busquemos con respeto y paciencia el modo de acompañar mejor. No tengamos miedo. Al contrario, recurramos a la fuente de la palabra de Dios para poder entender mejor esta nobleza de la vocación docente».
Citando la liturgia del día, monseñor Ojea concluyó invitando a comenzar el tiempo de Cuaresma pidiendo el don de «resucitar»:
«Hoy es miércoles de ceniza y nosotros hacemos un reconocimiento de nuestra fragilidad, de nuestra pobreza, de nuestro pecado. Le pedimos al Espíritu de Dios que de verdad nos resucite para esta tarea maravillosa en nuestras escuelas católicas, de dar testimonio de Jesús».