(AsiaNews) El 5 de enero a las 20 falleció Mons. Joseph Zong Huaide, obispo emérito de Sanyuan (Shaanxi). Tenía 99 años, pero para China, donde también cuentan los meses pasados en el seno materno, tenía 100 años. El boletín de la diócesis dice que ahora «descansa en los brazos del Señor, al final de una vida de oración y caridad, una edad avanzada y gozosa, y sin enfermedades».
Mons. Zong fue uno de los primeros obispos ordenados en secreto por la Santa Sede que pasaron a la Iglesia oficial. Durante 14 años cumplió una condena a trabajos forzados en diversos campos de Shaanxi. De personalidad dulce y entregada, era amado tanto por católicos oficiales como clandestinos. Las redes sociales en estos días están llenas de recuerdos y elogios de su testimonio.
Monseñor Zong nació el 16 de junio de 1922 en una antigua familia católica, en una aldea pobre de Wuguanfang, condado de Sanyuan. Era el cuarto de cinco hijos (tres hermanos mayores, una hermana menor). En 1935 ingresó al seminario menor de Tongyuanfang y en 1948 comenzó sus estudios de teología. Recibió la ordenación sacerdotal en 1949. Fue párroco en Fuping y Tongyuanfang, y posteriormente administrador de la diócesis.
Desde 1961 hasta 1965 las autoridades políticas le prohibieron ejercer el ministerio sacerdotal y se retiró a su casa para trabajar la tierra. En 1965 fue arrestado y en 1966, en plena Revolución Cultural, fue sentenciado a «reforma por medio del trabajo», y estuvo recluido en campos de trabajos forzados de Sanyuan, Xian, Baoji y Yanan. En febrero de 1980 fue puesto en libertad y volvió a ejercer su ministerio en Tongyuanfang.
Según fuentes de la diócesis, en 1985 fue nombrado en secreto obispo de Sanyuan y consagrado clandestinamente en 1987. No obstante, Mons. Zong siempre afirmó que la Iglesia, para crecer, debía tener seminarios y la oportunidad de estudiar. Probablemente por esa razón se hizo reconocer como obispo oficial de Sanyuan en 1992. El 23 de diciembre de 1997 pudo realizar un viaje a Italia y ser recibido por Juan Pablo II. En 2003, la Santa Sede aceptó su renuncia.