(EP) La asociación se refiere al papel de la Iglesia vasca desde el nacimiento de ETA y especialmente a la serie documental de televisión donde recientemente se ha entrevistado a un sacerdote, ex párroco de Lemoa, denunciando APROGC que en su intervención «justifica a la banda terrorista relativizando sus atentados».
«No es un caso aislado, una serie de sacerdotes también de la Iglesia vasca han salido en su defensa, y con discursos similares», añaden en esta carta que firma la presidenta de APROGC, Begoña Uña Cantalapiedra, y que se ha remitido este martes al Vaticano desde la Nunciatura en Madrid.
Los guardias civiles de esta asociación se dirigen directamente al Papa Francisco: «Santidad, ha demostrado públicamente ser inflexible contra actitudes impropias del personal de la Iglesia y, por ello, ha sido mundial y unánimemente aplaudido; no puede pues, dejar pasar la connivencia de sacerdotes con los terroristas, sus fines exterminadores y sus métodos crueles. Se lo pedimos, se lo rogamos».
APROGC recuerda el «daño incalculable» causado por ETA, aludiendo a las 857 víctimas mortales, entre ellos más de 200 guardias civiles, y citando los «22 niños inocentes que fueron asesinados, truncando así su futuro, su inocencia y la ilusión de sus familias por el mero hecho de trabajar o ser lo que eran, servidores públicos».
La Iglesia vasca, siempre más cerca de los terroristas
Tras recordar que ETA fue derrotada «gracias al gran esfuerzo de nuestra sociedad y de muchos guardias civiles y sus familias», la asociación profesional con representación en el Consejo de la Guardia Civil sostiene que la Iglesia vasca «siempre estuvo más cerca de los terroristas que de las víctimas».
«Muchos fueron los sacerdotes del País Vasco que ayudaron, encubrieron, aplaudieron, y sonrieron a los asesinos de ETA. Y lo más grave: sigue ocurriendo hoy en día, en pleno 2020», alertan.
APROGC apela a la «Justicia Divina» al defender que el Papa Francisco es «referente espiritual en esta sociedad». «Como máximo exponente de la Iglesia católica, solo le pedimos primero comprensión y cercanía a tanto dolor de tantos guardias civiles y sus familias; y en segundo lugar la adopción de medidas correctoras contra esos párrocos que manchan el nombre de la Iglesia, su abominable comportamiento público de aplauso a los asesinos es incompatible con el ejercicio del sacerdocio», concluyen.