(Heraldo/InfoCatólica) «Solo espero que la otra parte recapacite, con respeto, y cierre este doloroso capítulo, para no seguir ahondando en la humillación y ultraje de quienes solo están reclamando lo que es suyo. Es cuestión de dignidad y justicia». El obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez, ha manifestado su «sorpresa y pesadumbre» al conocer las alegaciones del obispado de Lérida a la sentencia del Juzgado de Barbastro que ordenó, el 10 de diciembre de 2019, la inmediata devolución de 111 obras de arte a las 43 parroquias aragonesas que son sus legítimas propietarias. El Tribunal Supremo confirmó el pasdo la validez de dicha sentencia el pasado mes de septiembre.
El obispo de Lérida, Mons. Salvador Giménez, ha formalizado ante la Audiencia Provincial de Huesca un recurso alegando, entre otras cuestiones, que no era libre cuando reconoció la propiedad aragonesa de los bienes. La apelación invoca a la «obediencia debida» a Roma para justificar que entre 2008 y 2017, en tres ocasiones, reconoció que las obras de arte eran de las parroquias. También han apelado la Generalidad de Cataluña y el Museo de Lérida.
El obispo de Barbastro-Monzón ha hecho público un comunicado en el cual señala que «en la Iglesia he encontrado siempre una institución libre y abierta, por eso me causa una enorme tristeza que la diócesis de Lérida, tras haber reconocido en varias ocasiones la propiedad aragonesa de los bienes, alegue ahora falta de libertad».
La gente está harta
Mons. Ángel Pérez apunta que los fieles de esta «humilde» diócesis de Barbastro-Monzón están «desconcertados y dolidos con este tema». «La gente no concibe este despropósito y me lo hace llegar constantemente. Están muy quemados, pues son 25 años de espera, en los que tanto la justicia eclesiástica como la civil ha dictaminado que esos bienes deben volver a las parroquias aragonesas», explica el prelado.
El obispo aragonés indica que él trata de apaciguar los ánimos, «pues todos somos Iglesia, y mi único deseo, como tantas veces he dicho, es tender puentes también con nuestros vecinos y hermanos». No obstante, Ángel Pérez reconoce que esto «cada vez resulta más difícil». «Es tan grande y creciente el 'escándalo', en palabras de muchos católicos, que la situación se torna insostenible», apostilla.