(Estefanía Aguirre) El grupo Dearco, recién formado por seis jóvenes universitarias, organizó la vigilia, a la cual acudieron mayoritariamente jóvenes. La adoración se extendió desde las 22:00h del 26 de septiembre hasta las 8.00h del día siguiente, comenzando y concluyendo con la Santa Misa a los pies de la cruz más grande del mundo. El nombre del grupo procede de santa Juana de Arco.
Al ser la primera vez que se organizaba un evento así en la historia de la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos y queriendo ser prudentes ante la situación sanitaria, Dearco redujo el aforo a poco más de 80 personas.
María Riesgo, Lucía Botella, Idoya Zazu, María de Lucas, África Raposo y Teresa Gordillo, unidas por la fe aunque provenientes de distintas realidades de la Iglesia (Opus Dei, Camino Neocatecumenal y Schola Cordis Iesu) nos cuentan cómo vivieron toda esa noche acompañando al Santísimo Sacramento, y junto a las más de 30.000 víctimas de la Guerra Civil que allí reposan, de las que hay 69 almas en proceso de canonización.
«Lo viví con alegría, gratitud y recogimiento», señaló María Riesgo, «un parón en el único sitio donde descansa mi alma, que es ante el Santísimo, dejándome sanar y tratando de acompañar al Señor en el ‘Getsemaní diario’ que sufre por la perdición de tantas almas.
«Cuando te das cuenta de que el Señor te necesita tanto, que eres imprescindible en su plan de salvación y que muere de amor por todos los hombres, entonces las horas de la noche se te hacen cortas», continuó.
María de Lucas subrayó que «la Vigilia ha sido una oportunidad de estar con el Señor largo y tendido, sin prisas, de darle todo eso que tanto nos falta siempre: tiempo, sueño, descanso. Además, el hecho de que tantas personas estuviéramos reunidas allí toda la noche por Él, impresiona y da fuerzas y ánimo».
«Las comunidades contemplativas son el pulmón de la Iglesia y allá donde haya una, lucharemos para que se mantenga», reiteró. «Los benedictinos del Valle de los Caídos rezan sin distinciones por las almas de los que murieron en un conflicto entre hermanos. Su presencia en el Valle habla de la unión y la paz de todos los españoles».
María añadió que «el Valle de los Caídos es un lugar que desde niña me ha acercado de manera especial a Dios. Invita al recogimiento y a la oración personal. Cuando voy a Misa, tengo la impresión de que se para el tiempo».
Para Lucía Botella, el permanecer toda la noche en Adoración nació del «deseo de acompañar a Jesús y reparar su dolor» y dice que fue «una respuesta al llamamiento que Cristo les hizo a sus apóstoles: «mi alma está muy afligida hasta el punto de la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
«En estos tiempos que vivimos, el Señor nos llama a todos a permanecer despiertos y ser luz para los demás y, por lo tanto, lo que yo personalmente puedo ofrecerle desde mi pequeñez es quedarme de rodillas bajo la Custodia y regalarle una noche entera, que sin ser gran cosa lo es todo para Él», indicó la joven.
«Él transformará mi oración y la de todos los que estuvimos allí aquella noche en algo mucho más grande de lo que podemos llegar a comprender desde nuestra naturaleza humana», añadió.
Comentando la importancia de informar a los jóvenes sobre la situación de la Comunidad Benedictina del Valle, María de Lucas recalcó que «es clave porque lo que hemos percibido en esta Vigilia es que, en cuanto las personas conocen lo que está sucediendo en la actualidad, muchos desean ayudar y están dispuestos a rezar 'a saco' por ello».
«La vida que llevan los benedictinos del Valle de los Caídos y lo que muestran a los fieles es un testimonio que mueve corazones», manifestó.
Por su parte, María Riesgo aseguró que es importante concienciar a los jóvenes «por amor a la Iglesia y que, como bautizados, se sientan en el deber de defenderla y actuar ante las injusticias».
«Es importante inculcar valores esenciales como la libertad de culto, el amor al prójimo, especialmente a los más débiles, y el ejemplo de perseverancia y sacrificio que encarnan los benedictinos», afirmó. «Es su monasterio y es un lugar de culto, oración, trabajo y estudio. No hay ninguna razón de peso por la que tengan que abandonar aquel lugar donde con tanto cariño le entregan al Señor su día a día».
Según las universitarias, la iniciativa nació «del deseo de todas nosotras por acompañar de una manera solemne y muy especial a la Comunidad Benedictina, que en estos momentos, vive en la incertidumbre de no saber qué pasará con ella y con la Cruz del Valle de los Caídos concretamente».
«Organizamos la Vigilia Eucarística de la mano de los monjes benedictinos que residen allí, y por supuesto, una vez en la Vigilia contamos con voluntarios que colaboraron desde el principio de la noche hasta el final, con la organización, la seguridad, la limpieza y desinfección del lugar», añadieron.
«Ha sido una iniciativa que la gente ha acogido con mucha ilusión y nos han pedido que organicemos otra», concluyeron. «Además, a muchos no les dio tiempo a apuntarse y nos gustaría que también pudieran participar de esta Vigilia. Aún no hemos concretado un día, pero no será dentro de mucho tiempo».
Para más información, el perfil de Instagram de Dearco es @sjdearco donde las chicas irán informando de futuras vigilias y otras novedades.