(CNA/InfoCatólica) En lugar de pedir un tratamiento especial, «todo lo que estamos buscando es acceso al culto en nuestras propias iglesias, siguiendo protocolos de seguridad razonables; las mismas libertades que ahora se extienden a los clientes de los salones de uñas, servicios de masaje y gimnasios», escribió Cordileone.
«Es justo, es compasivo, y, a diferencia de estas otras actividades, es lo que exige la Primera Enmienda», añadió.
El alcalde de San Francisco, London Breed, ha dicho que la ciudad permitirá servicios en el interior de los templos de hasta un máximo de 25 personas. Esto es, según señala el arzobispo, menos del 1% de la capacidad de la catedral de San Francisco.
El alcalde también ha limitado la participación en cultos religiosos al aire libre a un máximo de 50 personas Además, se permite la oración privada en el interior de los templos, pero sólo una persona a la vez dentro de cada lugar de culto.
El burdo ataque a la libertad religiosa queda en evidencia ante el hecho de que todos los hoteles de San Francisco están en pleno funcionamiento; los gimnasios están autorizados a abrir al 10% de su capacidad; y la mayoría de las tiendas minoristas están autorizadas a funcionar al 50% de su capacidad, mientras que los centros comerciales están restringidos al 25%. Ya se han reabierto los gimnasios que funcionaban en edificios gubernamentales para policías y otros empleados del gobierno.
El arzobispo advierte que «los católicos en San Francisco cada vez se están dando más cuenta de que esto es simplemente una injusticia... Recientemente uno de mis feligreses preguntó, '¿Por qué puedo pasar tres horas comprando zapatos en Nordstrom pero no puedo ir a Misa?'»
La ciudad de San Francisco ha estado vigilando de cerca las iglesias católicas de la ciudad y ha emitido repetidas advertencias a la archidiócesis por aparentes violaciones de las normas sanitarias.
«A veces me pregunto si las elites cada vez más seculares que imponen estas restricciones entienden el dolor que están infligiendo innecesariamente. Los sacramentos tal como los entendemos los católicos no pueden ser transmitidos por internet», escribió Mons. Cordileone.
«A la gente se le niega el culto religioso que los conecta con Dios y con los demás. Para cientos de miles de ciudadanos de San Fransico que afrontan los desafíos simultáneos de la pandemia y la recesión económica, la iglesia es la fuente principal de ayuda espiritual, emocional y práctica».