(ACN) Aunque las bombas han dejado de caer sobre Damasco, los civiles siguen siendo los más afectados por el conflicto, las sanciones comerciales internacionales, que limitan los ingresos del Estado y reducen así los recursos disponibles para pagar los salarios del sector público, acarrean una importante reducción de ingresos para muchas familias.
Además, la destrucción y contaminación generalizadas de la infraestructura ligada a la agricultura afectan mercados y panaderías. El agotamiento de los bienes productivos y los ahorros, el aumento de la deuda y las limitadas oportunidades económicas contribuyen a las dificultades socioeconómicas, la alteración de los medios de subsistencia y la subida de los precios de los alquileres. Al igual que el resto de la población, muchos cristianos de la capital siria se ven afectados por ello.
En Damasco, el alquiler de un apartamento con sala de estar, dos dormitorios, cocina y baño, supone un promedio de 60.000 libras sirias (más de 100 euros). La Hna. Chanaa, de la congregación de las Hermanas de la Caridad de Besançon, cita el ejemplo de una familia en la que solo trabaja el padre a cambio de un salario de 80.000 libras sirias (140 euros). Esto significa que apenas le quedan 20.000 libras sirias (40 euros) para mantener a su familia. Para hacerse una idea, basta con saber que un sándwich cuesta hoy en día 1.000 libras sirias (1,7 euros). «Un precio muy caro para Siria», explica la religiosa.
Los alquileres no son lo único que se ha encarecido. El precio del combustible y de los productos básicos también ha aumentado. Como resultado, las familias se ven tentadas a no enviar a sus hijos a la escuela para evitar los «costos ocultos» de la educación como, por ejemplo, los gastos de desplazamiento o las fotocopias. Para ayudar a evitar que los estudiantes abandonen la escuela, Ayuda a la Iglesia Necesitada – ACN apoya de nuevo, este año, a 550 estudiantes de la Universidad de Damasco. «Este proyecto es importante porque estamos ayudando a estudiantes cristianos de todos los ritos a continuar con sus estudios al pagar sus billetes de transporte o fotocopias «, afirma la Hna. Chanaa, que también dirige este proyecto sobre el terreno.
La buena noticia es que estos estudiantes quieren quedarse en Siria y que solo van al extranjero para especializarse y luego regresar. A aquellos que tienen la tentación de emigrar, especialmente para escapar del servicio militar, la religiosa les repite: «Ciertamente no conocemos el futuro, pero debéis servir a vuestro país y la Iglesia os ayuda a hacerlo». Por desgracia, la Hna. Chanaa informa de que el número de personas con cáncer está «aumentando dramáticamente entre los jóvenes y el grupo de edad media» y hay «muy poca ayuda para ellos».
De la guerra y sus consecuencias tampoco se han librado los enfermos con patologías crónicas. Los más pobres son, por supuesto, los más afectados porque no pueden costear su tratamiento, el precio de los medicamentos se ha triplicado desde 2016 y, además, escasean. Muchas empresas farmacéuticas y centros de almacenamiento de medicamentos han sido destruidos. Los medicamentos son cada vez más escasos en las farmacias y la situación obliga a la gente a buscar ayuda en instituciones de caridad y en las Iglesias.
En las zonas controladas por los rebeldes y el Ejército turco, las organizaciones internacionales prestan ayuda de emergencia; en cambio, en las zonas controladas por el Gobierno, como Damasco, estas organizaciones no son tan activas. ACN está apoyando el envío de ayuda para atender a unos 200 enfermos de la capital a que obtengan los medicamentos necesarios de sus tratamientos.