(M. Maristany/InfoCatólica) El año pasado se reunieron mil quinientos fieles en la Sagrada Familia para celebrar por vez primera una vigilia de adoración eucarística con motivo del Corpus Christi; y cientos de ellos permanecieron por turnos hasta la mañana del día siguiente acompañando Santísimo Sacramento. La convocatoria puso de manifiesto el brío con el que ha resurgido la práctica de la adoración en los últimos años en la ciudad.
Este año, debido a la excepcional situación sanitaria, no fue posible repetirlo en las mismas condiciones, pero el éxito de la primera edición y el fuerte deseo de los fieles de adorar al Señor en comunión propició una nueva vigilia ajustada a las exigencias del momento. Tuvo lugar el pasado sábado, 20 de junio, una semana después del Corpus y, en esta ocasión, en la basílica de Santa María del Mar, que permitía garantizar la seguridad. El aforo debía limitarse extraordinariamente, pero las seiscientas plazas que se pusieron a disposición quedaron agotadas rápidamente.
La vigilia estuvo organizada por la Delegación de Anuncio y de Juventud del arzobispado de Barcelona y las Capillas de adoraciones perpetua y nocturna, la presidió el cardenal Omella, quien hizo hincapié en la importancia de la oración frente al Santísimo porque «la Eucaristía es fuente de comunión y misión. No hay comunión verdadera en Cristo sin la Eucaristía y no hay verdadera evangelización sin la Eucaristía. Todo arranca ella. Es decir, es la raíz que nutre el árbol que es la Iglesia y nos hace dar frutos abundantes en medio del mundo».
Se contó con tres testimonios presenciales, en los que se vio como entres realidades concretas de la vida cotidiana, la Eucaristía es fuente de alimento necesario para hacer frente a la vida, especialmente en estos momentos, junto con la experiencia de Casa Guadalupe donde desde la Eucaristía el Corazón de Jesús ayuda, guía a las madres que esperan una nueva vida ante diferentes dificultades
Al término de la vigilia iniciaron los turnos de adoración nocturna organizados por las capillas de adoración perpetua de Barcelona, Adoración nocturna femenina y la Adoración nocturna del Templo del Tibidabo, a quienes se sumó la parroquia de Santa Inés del barrio de San Gervasio. De 23h a 9h de la mañana se repartieron los turnos de vela, participando más trescientos adoradores.
A pesar de las dificultades de estos tiempos, tanto la diócesis de Barcelona como los fieles ratificaron, con el éxito de la convocatoria, la importancia y necesidad de acudir a Jesús Eucaristía, pues, como señaló Omella en su intervención, «un cristiano que no lee, no medita, no reza, no contempla la Palabra de Dios… está perdido, le falta el alimento».