(InfoCatólica) El cardenal explicó de la siguiente manera su oposición a la Lomloe, también conocida como Ley Celaá:
«Deseo que no se apruebe la Ley de Educación. Los niños hay que educarles no imponiéndoles modelos de conocimiento o de ética. No hago política, no puedo callar. Las imposiciones llevan a una dictadura. En estos momentos estamos ante el gran reto que tenemos y es el futuro del hombre de esta educación, que debe estar al servicio del hombre de una sociedad nueva en la que los padres sean los primeros educadores. En la nueva Ley quien educa es el Estado y a quienes compete educar a los hijos es a los padres. Los demás, como el Estado, colaboramos con los padres en la educación de los hijos. No callemos, no tengamos miedo. Dios por encima de todo, que la Virgen y san Vicente Ferrer, que no se calló nada, nos ayuden».
El purpurado aseguró que vivimos «tiempos difíciles y es la hora del testimonio de Dios, de la defensa del hombre, del Evangelio de la vida y de la familia, de la libertad religiosa y los derechos humanos fundamentales, del pobre, del inmigrante, de los que están siendo maltratados, como ocurre en Venezuela». Y ha recalcado:
«Es la hora de la fe, la confianza y la esperanza, del anuncio del Evangelio, Dios está siempre con nosotros. No calléis ni ocultéis la luz del Evangelio, el amor de Dios, su perdón y misericordia».