(Catholic Herald) «Está al aire libre, es hermoso y simplemente ayuda con los sentidos y nos ayuda a mantener la calma en estos momentos de problemas», agregó Tim Bell, presidente de Friends of the Grotto, organización sin fines de lucro que cuida los jardines.
Los santuarios y parterres de la Gruta de Geode, ocupan más de medio acre de tierras hermosamente ornamentadas y bastantes lugares para sentarse, meditar y rezar. Pero su mayor atractivo viene de las Geodas o piedras huecas que abundan al sur de Indiana, las cuales contienen cristales de cuarzo que brillan en tonos rosa, amarillo, blanco y morado.
El Santuario fue construido en 1950 por el padre Philip Ottavi, miembro de la Orden Religiosa de los Hijos de la Divina Providencia, quien de niño quedó atrapado debajo de los escombros después de un terremoto que acabó con la vida de más de 80.000 vidas entre los que se encontraban sus padres. En su tierra natal Italia.
«Durante mucho tiempo, tuvo esta ira hacia la roca, y cada vez que veía una roca, la pateaba", explicó Bradford», así que cuando era sacerdote, dijo: «Todo es creación de Dios, y sé que las rocas también son creación de Dios».
El padre Ottavi construyó la gruta a partir de los mismos objetos de su ira y miedo. Después de aproximadamente una década de trabajo, completó una gran cueva que recrea la aparición de Lourdes Marian en Francia con estatuas de María y la visionaria, Santa Bernadette; siete santuarios más pequeños para los santos; paredes cubiertas de flores que representan los misterios del rosario; dos fuentes y docenas de macetas que pesan hasta 2,500 libras cada una. «Para mi es un hermoso recordatorio de lo que debemos hacer con nuestra ira, convertirla en algo hermoso» resumió Bradford. Desde antes de la pandemia más de una docena de católicos se reunían, todos los 13 de cada mes a rezar el rosario juntos y no ha cambiado, solo en abril el momento de mayores restricciones, para en mayo volver de nuevo así fuera manteniendo 6 pies de distancia y usando tapabocas.
Miembros de organizaciones sin fines de lucro son los encargados de restaurar y mantener los espacios. Así pues durante la pandemia se volvieron a cementar geodas, se restauraron las decoraciones de metal y cuidaron los parterres. El próximo proyecto del grupo es excavar un rosario táctil impreso en una pared que ha sido tragada por el paisaje. A medida que la restauración continúa, estos cuidadores esperan que el santuario continúe siendo un lugar de paz y refugio, pase lo que pase.
«Nunca sé realmente cuánto un lugar como este inspiraría a la gente a tener fe en Jesús», dijo Nathan Bradford, «pero esa es siempre una especie de esperanza».
