(El Diario) «Estamos ante un record histórico del paro, que amenaza con aumentar, y más después de los pactos oscuros tan comentados y criticados por amplios sectores de población y que dañan incluso la democracia reconquistada con tantos esfuerzos», afirma el cardenal.
Propone una comisión que estudie los «múltiples aspectos de esta situación compleja y nos indique actuaciones y sugerencias a seguir», especialmente, «ante el incumplimiento ya varios meses de las pagas prometidas y debidas por parte del Gobierno, y todavía no abonadas».
Cañizares comenta que, como ya sucedió en otros momentos, «lo económico sobresale por encima de otros aspectos de las crisis inherentes y algunas tan o más peligrosas para el futuro del hombre y de la humanidad que la misma pandemia del Covid». Por ello, reclama respuestas «decididas y claras»; porque, según el cardenal, la situación actual «no se puede comparar a otras épocas de gran paro acaecidas en nuestro país».
Asimismo, añade que no hay ver el problema «solo desde la perspectiva de lo que el erario público debe pagar en indemnizaciones, con el consiguiente déficit, endeudamiento y con las consecuencias que esto tenga o pueda tener para el PIB; ni tampoco creamos que se soluciona con la así llamada 'renta básica', ni con un salario mínimo universal, a cargo del Estado, que paliase momentáneamente efectos como el hambre y otras situaciones dramáticas, lo agravaría; lo que sucede es que no hay actividad económica productiva, por múltiples causas que dejo a los verdaderos expertos en economía, y por tanto no hay trabajo, ni puestos de trabajo, sin más, y este es el principal problema que hay que atender y atajar».
Para Cañizares lo primero es el trabajo, «la posibilidad del trabajo, la dignidad del trabajo que no se puede quitar o robar». El paro, «cáncer terrible de nuestra sociedad», «no es un mal cualquiera», porque, «además del hambre y de la miseria, de las humillaciones y frustraciones, de las crisis familiares, o de las desesperanzas que produce» y hasta de muerte en algunos casos, hiere al hombre o la mujer sin empleo, al adulto o al joven, en lo más profundo de su dignidad humana, que la ven perdida o dañada, «porque se les ha despojado de ella» al verse privados de un trabajo decente, sin el que «el hombre contemporáneo, al menos en nuestras sociedades, no se considera 'realizado' como persona».
Lo que más preocupa a los españoles -y desean-, según los datos de población, es tener un puesto de trabajo, comenta el purpurado en su carta Semanal. Y añade que, por eso, «la Iglesia en Valencia crea una Comisión Diocesana por el Empleo y de lucha contra el paro, de cristianos comprometidos, libre, de pensamiento y acción, con estudios serios y fundamentados que ofrezca directrices, sugerencias y proyectos concretos, crítica, sólida e independiente, que no se fije exclusivamente en lo económico, que sin duda lo va a atender prioritariamente, sino que se fije también en otros aspectos necesarios para el bien común y de la persona hoy y aquí, moral, humana, social, cultural, espiritual y para la urgente recomposición moral, espiritual, humana y cultural del tejido social que hay que reparar y restituir por vías de urgencia».
Por último, invita a reflexionar a toda la sociedad sobre esta cuestión y «esta situación tan grave» que aún se hace más dramática, según Cañizares, porque «no se ve, además, una pronta salida de tal estado de cosas. Quien en la edad madura pierda su puesto de trabajo, puede dar por casi seguro que no encontrará otro. En estos casos hay familias que llegan a extrema necesidad y viven en angustiosos y permanentes conflictos. El paro juvenil está afectando a los adolescentes que van a ver aún más incierto su futuro», apostilla el cardenal arzobispo de Valencia.