(Fides) A continuación, publicamos algunas referencias sobre la situación que están experimentando y sobre las necesidades más urgentes de algunas diócesis africanas a las que se han asignado subsidios:
La diócesis africana de Santo Tomé y Príncipe vive habitualmente en una situación de gran pobreza y las carencias se han agravado aún más por la pandemia de Covid-19: los salarios son bajos y la vida es muy cara. La mayoría de la población vive gracias al turismo, pero el cierre del aeropuerto debido a la pandemia ha conllevado el cierre de hoteles y negocios de restauración, con repercusiones para todas las industrias relacionadas. La suspensión de las Misas con la participación de los fieles ha obligado al uso de la televisión y la radio para retransmitir celebraciones y momentos de oración, algo que comporta grandes gastos económicos para la Iglesia local, que no puede cubrir los gastos de la gestión ordinaria.
La diócesis de Kenema, en Sierra Leona, incluye un área predominantemente rural, donde la mayoría de la población depende de la agricultura de subsistencia. El desempleo afecta al 70 por ciento de la población. Los sacerdotes y las comunidades religiosas dependen para su sustento de las ofrendas de los fieles, y ahora, con el cierre de las iglesias por la pandemia, la situación es grave. Una de las principales emergencias es la falta de información sobre Covid-19: las personas no conocen el virus, sus consecuencias y cómo se propaga, por lo tanto, no siguen las reglas higiénicas de prevención, en primer lugar, el distanciamiento social. Sierra Leona es un país pobre con un sistema de salud muy frágil, el posible aumento de infecciones causaría un colapso general.
La situación de la diócesis de Sarh, Chad, no es mejor. La mayoría de los habitantes también obtienen su sustento de la agricultura. Desde el 21 de marzo, las actividades litúrgicas y pastorales de la diócesis han sido suspendidas debido a la pandemia de coronavirus y a las severas regulaciones emitidas por el gobierno para frenarla. Las escuelas también se han cerrado, así como los dos seminarios existentes en Sarh. La Cáritas diocesana y las parroquiales se enfrentan a enormes dificultades, ya que también se coordinan con los centros de salud. A través de programas de radio, la Iglesia informa sobre el coronavirus y las normas de precaución a seguir. Se necesita urgentemente ayuda para las Caritas diocesanas, para que puedan responder a las peticiones de las Caritas parroquiales para comprar cereales, y para los sacerdotes y las comunidades religiosas que se ven privadas de todo sustento en esta situación.
La diócesis de Kankan, en Guinea, que ya vive de por sí una situación económica muy difícil, ve con especial preocupación las consecuencias de la pandemia. La mayoría de la población trabaja duro para ganarse la vida a través de pequeños comercios, del trabajo en el campo y de trabajos ocasionales en el sector informal, como jornaleros. Las normas emitidas para combatir la pandemia han llevado a un aumento en los precios de los alimentos y del transporte, mientras que el cierre de iglesias y actividades pastorales ha sido un duro golpe que pone en peligro la vida de fe. De hecho, las comunidades necesitan una presencia regular de sacerdotes, religiosos y religiosas y trabajadores pastorales que mantengan viva la fe y el compromiso con la evangelización. Todos ellos, a pesar de su dedicación y compromiso, deben moverse de un lugar a otro realizando largos viajes y se encuentran expuestos a todos los riesgos, por lo tanto, necesitan asistencia para poder continuar su misión.