(Asia News) El portavoz del gobierno de Erdogan, Fahrettin Altun, ha reafirmado el compromiso de proteger «la paz y la armonía entre turcos y miembros de otros credos minoritarios», tras los recientes ataques contra iglesias armenias en Estambul.
En declaraciones a la agencia oficial turca Anadolu, Altun indica que para el gobierno los episodios de violencia confesional constituyen un «elemento que causa profundo dolor» y «no permanecerán impunes». Altun, que también se ocupa de la comunicación personal del presidente Erdogan, afirma que tras los ataques, se llevarán a cabo investigaciones en profundidad, y los responsables de los hechos de violencia serán perseguidos por la justicia penal.
El portavoz el Ejecutivo condena firmemente cualquier gesto que pueda «minar la fraternidad» en el país y asevera que «se desplegarán todos los recursos» para impedir cualquier episodio ulterior de violencia. Por último, agrega que se ha convocado a las autoridades de la iglesia armenia Supr Krikor en nombre del gobierno y de la instituciones, para manifestar el disgusto y las excusas por el ataque sufrido.
Sus palabras llegan tras el ataque perpetrado la semana pasada a una iglesia armenia situada en Kuzguncuk, un suburbio de Estambul. Un asaltante no identificado removió la cruz de la fachada del edificio. Las autoridades eclesiásticas presentaron una denuncia y colocaron una nueva cruz allí donde la otra fue arrancada.
Tras registrarse la denuncia, las fuerzas del orden detuvieron a un sospechoso que ahora se encuentra en prisión preventiva, aguardando ulteriores detalles en la investigación. De momento la policía no ha querido revelar la identidad del hombre arrestado ni los motivos que lo habrían empujado a semejante gesto, que se enmarca en un contexto de crecientes ataques hacia los cristianos en el país, alimentado - según algunos activistas y opositores - por los aparatos del Estado.
Ataques y hechos de violencia en nombre del nacionalismo y del islam, siguiendo una política anti-cristiana alimentada por los mismos aparatos estatales, que no golpean solamente a las iglesias sino que también terminan embistiendo a las personas, muchas veces con saldos dramáticos. Un testimonio de ello es el caso de la pareja de cónyuges cristianos, Houmouz Diril y su esposa, Simoni, desaparecidos en enero en el sudeste de Turquía. En la segunda quincena de marzo hallaron el cadáver de la mujer, mientras que del marido no se tiene ninguna pista, a pesar de haber pasado cinco meses. «Tenemos la impresión -cuenta un parlamentario de la oposición, Tuma Çelik - de que hay personas con poder en el seno del aparato estatal, que quieren impedir una nueva presencia cristiana en el área, mediante arrestos y desapariciones, incluso de sacerdotes».