(Pontosj/Infocatólica) En una entrevista concecida al portal de la Compañía de Jesús en Portugal, el cardenal Marto asegura que acepta varias opiniones, pero pide una actitud de humildad y aceptación de las normas específicas para este tiempo de pandemia.
Añade que la comunión en la mano era la forma adecuada de recibir el Cuerpo de Cristo en la Iglesia primitiva: «Cristo dijo 'tomad y comer', no 'abrid la boca'».
Y subraya que es igualmente digno comulgar en la boca y en la mano, a la vez que reconoce la conmoción que experimenta, en ciertos momentos, al dar la comunión a manos callosas: «son manos de trabajo, de sacrificio, de entrega a la familia, a los demás... llevan allí las marcas».
El vicepresidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa recuerda que los tiempos de prueba que estamos viviendo no son nuevos en la vivencia de la fe y evoca la experiencia bíblica del Exilio del Pueblo de Dios. Rechaza la idea de que la libertad religiosa haya sido cuestionada, mientras que destaca el ejemplo del Papa Francisco que puso por encima de todo el imperativo moral de salvar vidas. Para el purpurado, la suspensión pública de las celebraciones dio testimonio de «un acto evangélico de amor al prójimo».
Según el obispo de Leiria-Fátima, la experiencia de la cuarentena contribuyó, en algunos casos, a una mayor personalización de la fe, al redescubrimiento de la Palabra de Dios y a la oración en familia, de manera especial a través del rezo del rosario. «La familia ha demostrado ser el gran apoyo humano y de la fe», dice.
El obispo de Leiria-Fátima lamenta la manera en que se obligó a la gente a vivir el duelo durante este tiempo, admitiendo que incluso hubo cierta crueldad en los momentos de despedida, subrayando que el acompañamiento del duelo es una dimensión a la que las comunidades cristianas deben estar muy atentas. D. António Marto también advierte de la necesidad de encontrar un equilibrio entre el Sacramento y la Palabra, para que no haya un «sufrimiento por los ritos» y una «falta de apetito por la Palabra de Dios». Y añade: «La Eucaristía no puede borrar las otras dimensiones de la fe».
D. Antonio Marto no huye de las tensiones que se han vivido en el seno de la Iglesia en relación con algunas decisiones y destaca la buena relación con los poderes públicos. Sin dramatizar las críticas, apela a la responsabilidad de todos, rechazando la idea de que haya habido imposiciones de las autoridades a la Iglesia. Expresando su comprensión por la falta de celebración de la Eucaristía por el pueblo, reconoce que también falta la celebración de la misa en asamblea.
Emocionado, comparte cómo vivió el momento de la Consagración de Portugal al Corazón de Jesús y al Corazón de María y la peregrinación del 13 de mayo, reconociendo que no tenía palabras para expresar lo que sentía: «Me gustaría ser poeta porque sólo la poesía sería capaz de expresar todos los matices de los sentimientos que experimenté antes, durante y después».