(Gaudium Press) El 26 de mayo pasado fue anulada la prohibición del «matrimonio» homosexual vigente en el código de familia de Costa Rica, por una decisión previa de la Suprema Corte del país. Tal Corte había dado 18 meses para que la Asamblea Nacional legislara, en el sentido de permitir esa unión de parejas del mismo sexo, pero como tal no ocurrió, se eliminó de forma automática la sección relevante del código de familia.
Ante el hecho reaccionó el obispo de Ciudad Quesada, Mons. José Manuel Garita: «No nos cansaremos de mostrar la belleza del matrimonio entre un hombre y una mujer. Tampoco la Iglesia dejará de proclamar el plan planeado por Dios para crear hombre y mujer, a pesar de que los tiempos, las modas, las presiones y las ideologías dictan lo contrario», expresó.
Afirmó también el prelado que su posición no es discriminatoria: A nadie se le puede negar comida, vivienda, trabajo o atención médica, pero para «alcanzar estos y otros derechos no se debe tocar el fundamento sagrado del matrimonio», afirmó.
«Como cristianos, sabemos que la familia basada en un hombre y una mujer, tiene una dignidad y una misión». «Nosotros también tenemos derecho a que se respete aquello que es sagrado para una gran mayoría de nuestra sociedad», dijo.
En ese mismo sentido se había manifestado el 15 de mayo la Conferencia de Obispos de Costa Rica: «No querer discriminar a las personas homosexuales no autoriza al Estado a confundir el orden natural del matrimonio y la familia», expresaron en su momento los obispos.