(InfoCatólica) El Pontífice indicó que «el plan de Dios para la humanidad es bueno, pero en nuestra vida diaria experimentamos la presencia del mal».
Tras hacer referencia a los primeros capítulos de la Biblia donde se ve a los hombres obrando el mal, el Papa recordó que «también está escrita otra historia, menos llamativa, mucho más humilde y devota, que representa el rescate de la esperanza. Aunque casi todos se comportan con brutalidad, haciendo del odio y la conquista el gran motor de las vivencias humanas, hay personas capaces de rezar a Dios con sinceridad, capaces de escribir de otra manera el destino del hombre». Y añade: «uno tiene la impresión de que la oración sea el dique, el refugio del hombre ante la oleada de maldad que crece en el mundo».
El Papa aseguró que «también rezamos para ser salvados de nosotros mismos. Es importante rezar: “Señor, por favor, sálvame de mí mismo, de mis ambiciones, de mis pasiones”».
Francisco afirmó que «la oración cultiva prados de renacimiento en lugares donde el odio del hombre solo ha sido capaz de ensanchar el desierto. Y la oración es poderosa, porque atrae el poder de Dios y el poder de Dios da siempre vida; siempre. Es el Dios de la vida y hace renacer».
Tras relatar una anécdota personal, el Obispo de Roma enfatizó la necesidad de enseñar a los niños a rezar:
«La oración siembra vida, la pequeña oración: por eso es tan importante enseñar a los niños a rezar. Me duele cuando me encuentro con niños que no saben hacerse la señal de la cruz. Hay que enseñarles a hacer bien la señal de la cruz, porque es la primera oración. Es importante que los niños aprendan a rezar. Luego, a lo mejor, pueden olvidarse, tomar otro camino; pero las primeras oraciones aprendidas de niño permanecen en el corazón, porque son una semilla de vida, la semilla del diálogo con Dios».
Por último, el Papa dijo que «la oración abre la puerta a Dios, transformando nuestro corazón tantas veces de piedra, en un corazón humano. Y se necesita mucha humanidad, y con la humanidad se reza bien».