El cardenal Cordes, presidente del Consejo Pontificio "Cor Unum", dicasterio vaticano que trabaja por la promoción humana y cristiana a través de la caridad y el apoyo a los necesitados, resaltó el hecho de que este texto reitere el papel de la Iglesia como facilitadora de la ayuda social.
Subrayó, por este motivo, que ésta "inspira pero no hace política" y reiteró el hecho de que ésta no es una "tercera vía", diversa del comunismo y del capitalismo, para alcanzar una sociedad perfecta o un "paraíso terrenal".
El purpurado aclaró que más bien, la doctrina social de la Iglesia es un elemento de evangelización: "Es decir, el anuncio de Cristo muerto y resucitado que la Iglesia proclama a través de los siglos" y que "tiene una actualización también respecto al vivir social"
Por ello aseguró que la encíclica no puede leerse fuera del contexto del Evangelio y dijo que éste "es el vivir del hombre también en las relaciones sociales y las instituciones que nacen de estas relaciones". Ahora bien, aclaró "no se puede restringir el hombre a su vivir social".
El cardenal Cordes señaló también que la revelación debe ser un elemento clave en el tema social: "Los principios de la doctrina social no se han quedado meramente en lo filosófico sino que tienen su origen en Cristo y en su Palabra".
Según el purpurado la nueva encíclica trata de manera más explícita y práctica el tema de la caridad, que ya había teorizado el Papa en su primera encíclica "Deus caritas est", diciendo que ésta es "la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia".
Lejos de ser un sistema ideológico, o un manifiesto político sin alma, la doctrina social "compromete en cambio en primer lugar al cristiano a 'encarnar' su fe", dijo el cardenal.
"La caridad manifiesta siempre el amor de Dios también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo", dice el Papa en su encíclica.
El primer capital, el hombre
El presidente del Pontificio Consejo "Cor Unum" resaltó la visión que ofrece la doctrina social al ser humano y que se refuerza en esta encíclica: "el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad". Por eso, asegura el Papa, "la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica".
Sin embargo el hombre no puede ser visto en un horizonte sólo terrenal, interesado nada más por los bienes materiales y dejando en un segundo plano las cuestiones morales: "El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común", dice el obispo de Roma.
De esta manera, el pontífice profundiza los planteamientos de la "Deus caritas est" en cuya segunda parte resalta las características de quien trabaja en los organismos caritativos. No obstante, se refiere a la sociedad herida por el pecado y asegura que "No hay sociedad nueva sin hombres nuevos".
El cardenal Cordes, resaltó así el hecho de que el Papa haya querido concluir su encíclica refiriéndose a la importancia de la oración para vivir la caridad: "Dios renueva el corazón del hombre para que él pueda dedicarse a vivir en la caridad y en la justicia".
"Por ello los cristianos no están simplemente en la ventana para mirar o protestar, contagiados de la moderna cultura de la denuncia, sino que se dejan convertir para construir en Dios una cultura nueva. Esto vale también para los miembros de la Iglesia, como individuos o asociados", dijo el purpurado alemán.