(CH/InfoCatólica) «Es de suma importancia que los americanos tengan acceso a una vacuna que sea producida éticamente: a ningún americano se le debería forzar a elegir entre ser vacunado contra este virus potencialmente mortal y violar su conciencia», decía la carta enviada el 17 de abril al Dr. Stephen M. Hahn, comisionado de la FDA (Food and Drug Administration) de los Estados Unidos de América.
«Afortunadamente, no hay necesidad de usar líneas de células éticamente problemáticas para producir la vacuna contra el COVID-19, o cualquier otra vacuna ya que otras líneas o procesos que no requieren el uso de células procedentes de abortos están disponibles y se usan normalmente para producir otras vacunas», continuaba.
Entre los firmantes de la carta se incluyen el arzobispo Joseph Naumann de Kansas City, en Kansas, presidente del comité de actividades pro-vida de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, los presidentes de tres comités de la conferencia y líderes de muchos grupos católicos y no católicos.
La carta llega después de la publicación del plan gradual de tres fases de la administración de Trump para levantar las restricciones respecto a la vida social y económica mientras se busca contener la expansión del coronavirus, especialmente entre la población más vulnerable. Una vacuna contra el coronavirus, si es efectiva, podría ayudar a prevenir la infección y acelerar la recuperación económica.
Los firmantes «respaldan firmemente» el desarrollo de la vacuna «tan pronto como sea posible». Al mismo tiempo, instan al gobierno federal a «garantizar que se respeten en dicho desarrollo los valores morales fundamentales, sobre todo el principio de que toda vida humana es sagrada y nunca debería ser explotada».
«Somos conscientes de que entre las docenas de vacunas que están actualmente en desarrollo, en algunas se están usando antiguas líneas de células que fueron creadas a partir de otras obtenidas de bebés abortados», dijeron los signatarios.
Citaron el caso de la empresa farmacéutica Janssen, que tiene «un sustancioso contrato» con el departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos y está trabajando en una vacuna producida mediante el uso de «líneas de células éticamente problemáticas».
La misiva recomendaba otros desarrollos de vacunas que usan líneas de células que no estén vinculados a estos «medios y procedimientos inmorales». Están siendo desarrolladas por compañías como Sanofi, Pasteur, e Inovio, añadieron los firmantes, a la que vez que elogiaron el trabajo del Instituto de Investigación Médica Juan Pablo II de Iowa.
La carta fue enviada al presidente Trump, al Vicepresidente Mike Pence, y al secretario de Salud y Servicios Humanos Alex M. Azar II.
Firmantes de la carta
Además del arzobispo Naumann, otros obispos que firmaron la carta fueron el arzobispo Paul Coakley de Oklahoma City, presidente del Comité para el Desarrollo Humano y Justicia nacional; el obispo Kevin Rhoades de Fort Wayne-South Bend, presidente del Comité para la Doctrina; y el obispo John Doerfler de Marquette, presidente del Subcomité para Asuntos de Salud.
Entre los firmantes están Russell Moore, presidente de la Comisión Baptista del Sur para la moral y la libertad religiosa; Michael Parker, presidente de la Asociación Médica Católica; Joseph Meaney, presidente del Centro Nacional Católico de Bioética; Ellen Gianoli, presidente de la Asociación Nacional de Enfermeras Católicas de Estados Unidos; Marianne Linane, directora de la Asociación Nacional de Enfermeras pro-vida; Donna J. Harrison, directora ejecutiva de la Asociación Americana de Obstetras y Ginecólogos pro-vida; Michael P. Farris, presidente, CEO y consejero general de la Alianza para la Defensa de la Libertad; Travis S. Weber, vicepresidente para asuntos de política y gobierno del Consejo de Investigación de la Familia; Kristan Hawkins, presidente de Estudiantes por la Vida, de América; y Lila Rose, presidente y fundadora de LiveAction.
Doctrina católica sobre las vacunas
La enseñanza católica reconoce el derecho a la objeción de conciencia bien fundamentada a muchos mandatos legales y procedimientos médicos, a la vez que hace énfasis en la vacunación como un asunto de responsabilidad pública.
Un documento del año 2005 de la Pontificia Academia Para la Vida tenía en cuenta las cuestiones morales relacionadas con las vacunas preparadas a partir de líneas de células procedentes de fetos abortados. El grupo del Vaticano concluyó que es tanto moralmente permisible como moralmente responsable que los católicos usen estas vacunas.
La Pontificia Academia también resaltó que los católicos tienen una obligación de usar vacunas que tengan un origen ético si están disponibles, y tienen la obligación de reclamar y requerir el desarrollo de nuevas líneas de células que no se obtengan de fetos abortados.
El documento del Vaticano del año 2008 Dignitatis Personae, critica duramente la investigación hecha con tejido de fetos abortados. Sin embargo, en lo que se refiere a las vacunas comunes, tales como las de la varicela, sarampión, paperas y rubeola, que puede que sean obtenidas a partir de líneas de células de bebés abortados, el Vaticano dijo que podrían ser usadas por los padres por «serias razones» en casos tales como que esté en peligro la salud de los niños.
En un documento de 2017 sobre las vacunas, la Pontificia Academia para la Vida mencionó «una obligación moral para garantizar la cobertura de las vacunas necesarias para la seguridad de otros…. especialmente la de los sujetos más vulnerables tales como las mujeres embarazadas y aquellos afectados de inmunodeficiencia que no se pueden vacunar contra estas enfermedades».
Traducido por Ana María Rodríguez y Manuel Pérez Peña