(Agencias/InfoCatólica) «Los males que aquejan a todos, a ustedes los golpean doblemente», asegura Francisco en la carta, en la que advierte que las dificultades del confinamiento son mayores «cuando la vivienda es precaria» o se «carece de un techo», así como cuando se vive «el día a día sin ningún tipo de garantías legales que los proteja», como sufren los trabajadores y las trabajadoras «independientes o de la economía popular».
El Pontífice señala entre los afectados a «los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los constructores, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado», de los que constata «no tienen un salario estable para resistir este momento».
Ante esta realidad, el Papa considera que es «tiempo de pensar en un salario universal» que dignifique las «nobles e insustituibles tareas que realizan» y haga realidad «esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos».
Ejército invisible
Francisco afirmó que en este tiempo de «tanta angustia y dificultad», los movimientos populares «son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras (...) sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad».
En la carta, el Papa hace un reconocimiento especial de la labor de «las mujeres, que multiplican el pan en los comedores comunitarios cocinando con dos cebollas y un paquete de arroz para cientos de niños». También menciona a los enfermos y a los ancianos «tantas veces olvidados en esta sociedad enferma de soledad» y a los «campesinos y agricultores familiares que siguen labrando para producir alimentos cuidando la casa común y atendiendo las necesidades del pueblo humilde y trabajador».
«Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro», escribe Francisco.