(Fides) En un encuentro digital organizado por la revista bimensual «África» y por la revista mensual «África e Affari», en la que ha participado la Agencia Fides, se ha analizado la situación del continente ante la pandemia.
El coronavirus supone una grave emergencia sanitaria y económica para los países africanos. Los frágiles sistemas de salud locales, que ya en muchos casos deben hacer frente a otras epidemias -SIDA, malaria e incluso sarampión, como ocurrió recientemente en la República Democrática del Congo-, corren el riesgo de verse abrumados por la propagación de la pandemia.
Como recuerda Enrico Casale de la revista «África», citando al misionero de Montfort, Piergiorgio Gamba, que trabaja en Malawi, los países africanos tienen que hacer frente a la emergencia con pocas estructuras, mal distribuidas en todo el territorio, con pocos médicos y enfermeras. Por ejemplo, en Malawi solo hay 10 camas para cuarentena, 17 para cuidados intensivos y solo 2 laboratorios para análisis de muestras.
Las medidas de contención del Covid-19 también tienen un impacto muy grave en la vida de millones de africanos que viven gracias a la economía informal. En general, mientras que las clases medias altas pueden quedarse en casa porque todavía tienen garantías económicas, no sucede lo mismo con las clases más pobres que se ven obligadas a abandonar la casa todos los días para obtener lo poco que les asegure la supervivencia para sí mismas y para sus familias. Por lo tanto, un bloqueo completo como el adoptado por los países europeos es difícil de aplicar en el contexto africano.
En Sudáfrica, por ejemplo, según informa el misionero escalabriniano, p. Filippo Ferrara, los municipios donde vive la mayor parte de la población negra son «como calderas de agua hirviendo; si no hay válvula de escape, explotarán». No es casualidad que los municipios no estén rodeados por la policía sino por el ejército con equipo de combate.
Solo en Nairobi, la capital de Kenia, «al menos 2 millones de personas tienen que salir de casa todos los días para conseguir algo de comer», dice el misionero comboniano p. Renato Kizito Sesana.
«En Kenia, la mayoría de la gente aún no tiene conciencia de la gravedad del fenómeno», dice el p. Kizito. «Se han registrado muy pocas muertes, pero hay un crecimiento continuo en el número de personas contagiadas. El Covid-19 ha hecho emerger que existen dos economías en Kenia: una del 30% de la población que puede quedarse en casa porque tienen con que vivir; y la del resto de la población que no puede quedarse en casa porque moriría de hambre», subraya el misionero. De hecho, el gobierno de Kenia no ha impuesto un bloqueo total por temor a episodios de violencia graves.
«El Covid-19 al principio se había visto como una enfermedad de los ‘ricos’, de aquellos que viajan y tienen contactos con países extranjeros por razones laborales», comenta Cleophas Adrien Dioma, quien describe la situación en su país, Burkina Faso, que registró el primer paciente de Covid-19, fallecido en África subsahariana; se trata de la ex Vicepresidenta del Parlamento, Rose Marie Compaoré. Sin embargo, el virus ahora también ha infectado a personas de las clases más humildes, obligando al gobierno a tomar medidas para contener y tranquilizar a la población, como bloquear la subida de los alquileres y otros gastos para los comerciantes durante tres meses.