(AsiaNews) Sarfaz Masih, de 35 años, se suicidó ahorcarse en Mehmoodabad (provincia de Sindh): tenía temor de haberse contaminado de coronavirus, pero era sobre todo pobre. Ganaba 600-700 rupias (menos de 5 dólares) y lo pagaban por jornada.
Masih era el único asalariado en la familia: trabajaba en una expendedora de benzina.
El 22 de marzo pasado, a causa de las restricciones impuestas por el gobierno de Sindh para prevenir los contagios de coronavirus, él y los otros empleados al distribuidor fueron licenciados porque no había trabajo.
El mismo día de su licenciamiento él se enfermó. Teniendo un resfriado y fiebre, el doctor le aconsejó quedarse en casa, pero aislado del resto de su familia, porque aquellos eran síntomas de Covid-19. Masih, temiendo estar infectado, trató de estar alejado de sus 2 hijitas y de su mujer, que estaba embarazada y en el noveno mes de 2 mellizos.
Permaneciendo por largos días en aislamiento, Sarfaz no mejoraba y comenzó a perder la esperanza de curarse, temiendo por el futuro.
Su esposa, María continuaba diciéndole que irían a otro doctor para tener otra opinión, pero no tenían dinero y postergaba la visita. Entre gastos para la preparación del parto, alquiler y comida, el dinero que tenían se había terminado.
Quizás con el miedo de poder infectar su familia o con la preocupación para el futuro económico oscuro, en las primeras horas del 28 de marzo él se suicidó ahorcándose en su habitación.
Aijaz Khan, oficial de la Station House di Mehmoodabad, con un análisis después de haber fallecido declaró que Sarfaz no estaba infectado de Covid-19 y se había suicidado sólo por miedo. No habiendo estado infectado, su funeral se desarrolló en modo normal en la Bethel Church of Pakistan.
Un miembro de la Comisión nacional de Justicia y paz de Karachi, la señora Saba Mushtaq, informó de lo sucedido a los padres Edward y Shakeel de la parroquia de S. Pablo, han asegurado que se ocuparían de la familia de Sarfaz por lo que se refiere a la comida y la educación de los niños. La señora Saba se encontró con la familia y los padres de María y dijo que encontrará una ayuda financiera para ella, que debe parir.
La activista social Ayaz Morris, oprimido por la muerte de Sarfaz, alienta a los políticos y los líderes cristianos a «salir de su cuarentena y de su aislamiento, para estar con la gente».
«El suicidio de este hombre-dice- en esta especial situación revela en modo preciso el desorden y el fracaso de nuestras comunidades. En el futuro es necesario para la Iglesia y otras líderes comprometidos más en el desarrollo social, organizando un sistema que ayude a la gente en la educación y hasta en el apoyo económico».