(ACI Prensa) Después de un reciente ataque militar en el sur de Filipinas, un obispo pidió al gobierno y a las fuerzas rebeldes que retiren a sus soldados de las comunidades tribales y que a su vez se establezcan «zonas de paz» donde no puedan ingresar.
El vicario apostólico de Bontoc-Lagawe y presidente de la comisión de los obispos filipinos para los pueblos indígenas, Mons. Valentin Dimoc, pidió a todos los militares dejar en paz las tierras tribales, después de que se diera a conocer los informes sobre comunidades desplazadas y violencia civil en el país.
UCA News informó que cerca de 100 familias se vieron obligadas a huir de Diatagon, una aldea en la provincia de Surigao del Sur, el 29 de febrero. Las tropas gubernamentales habían barrido el área en busca de comunistas rebeldes, indicó el grupo de derechos humanos Karapatan.
3 personas resultaron heridas durante un tiroteo entre las casas de la aldea. El ataque también hirió a un niño de 5 años.
El portavoz del ejército Ezra Balagtey culpó a los rebeldes por la violencia en el pueblo. Dijo que estaban tratando de evitar «el establecimiento de una escuela del Gobierno para niños tribales», informó UCA News.
Mons. Dimoc hizo un llamado a la Comisión Nacional de Pueblos Indígenas y a la Oficina del Asesor Presidencial sobre el Proceso de Paz. Alentó el establecimiento de «zonas de paz» que prohibirían a cualquier grupo armado ingresar a áreas tribales.
«Los militares y los comunistas (rebeldes) deben honrar esa política», dijo el obispo, señalando que ayudará a disminuir el desplazamiento, la violencia y el derramamiento de sangre, informó LICAS News.
El 29 de febrero el líder comunista José María Sison dijo que el grupo aún estaba abierto a conversaciones de paz, pero no con funcionarios del gobierno. Agregó que preferiría negociar con clérigos que con políticos.
3 obispos filipinos aceptaron roles como negociadores en la 43° Samar Island Partnership for Peace and Development.
El Obispo de Borongan, Mons. Crispin Varquez, expresó que tiene la esperanza de que estas conversaciones de paz conduzcan al fin de la insurgencia, que ha afectado la economía y el desarrollo de la isla Samar.
«Estamos más que dispuestos a cooperar y hacer el trabajo para conseguir paz y progreso de la isla», dijo el Mons. Varquez, según la Agencia de Noticias de Filipinas.