(AIN) La cristiana pakistaní, que fue condenada a muerte por un supuesto caso de blasfemia en el año 2010 y que finalmente fue absuelta por el Tribunal Supremo de Pakistán, ha estado este fin de semana en París con motivo de la publicación del libro «¡Por fin libre!». En sus páginas recuerda la figura de Shabaz Bhatti y habla del precio que tuvo que pagar por defenderla: «Faltó poco para que renunciara y dejara que la lápida de la tumba se cerrara sobre mí. Cuando supe que habían asesinado al gobernador y al ministro, con poco tiempo de intervalo, sentí la tentación de tirar la toalla».
Conocido defensor de los derechos humanos en Pakistán, Bhatti fue brutalmente asesinado en Islamabad, mientras se encontraba en su coche cerca de su casa. El asesinato fue reclamado por el grupo terrorista Tehrik-e-Taliban Pakistan, que dejó en la escena del crimen un volante en el que lo definían como «un infiel cristiano».
Poco tiempo antes de su muerte, Bhatti escribió y difundió en un vídeo su testamento espiritual en el que declaraba la persecución que estaba sufriendo como consecuencia de su lucha, así como expresaba su decisión de continuar defendiendo a los cristianos perseguidos y otras minorías paquistaníes, como su manera de «seguir la cruz de Jesucristo». En él afirmaba con una profunda convicción: «Quiero vivir en Cristo y quiero morir en El. No siento miedo en este país. Los extremistas han intentado matarme muchas veces, me han encarcelado, amenazado, perseguido, y han aterrorizado a mi familia. Yo solo digo que, mientras esté con vida, hasta mi último suspiro, seguiré sirviendo a Jesús y a ésta pobre y sufriente humanidad, a los cristianos, a los necesitados, a los pobres.»
Tras su asesinato numerosos miembros de la Iglesia, incluído el Papa, enviaron mensajes de condolencia, respeto y admiración hacia el Ministro fallecido. Entre otros, el Cardenal Jean-Louis Tauran, Presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, recordó la figura de Shahbaz Bhatti y afirmó:
«La vida de Shahbaz Bhatti ha sido un sacrificio ofrecido a Dios. Bhatti ha sido un testigo de la verdad de la fe, que ha recordado al mundo entero el sentido profundo del ejercicio de la función gubernamental, que es la de servir a los demás».