(Asia News) El curso comenzó en julio pasado y concluyó el 10 de enero. Mons. Joseph Arshad, presidente de la Conferencia episcopal paquistaní, explica a AsiaNews: «Mi ministerio está fundado sobre los jóvenes. Deseo que los católicos desarrollen un rol más grande para sus propias familias y la Iglesia. Debemos apuntar a la educación profesional. Poquísimos cristianos trabajan en los departamentos gubernamentales».
El curso se desarrolló en la St. Mary’s Cambridge School di Rawalpindi, un barrio de la capital. La diócesis proveyó los libros de texto, material didáctico y todo lo necesario para la formación. Un curso de este tipo ofrecido por institutos privados cuesta unas 70 mil rupias (407 euros). El de la diócesis costaba de 1.500.
Mons. Arshad explica que «en 2009 el gobierno de Pakistán reservó el 5% de los puestos públicos para las minorías, pero normalmente las posiciones quedan vacantes. Después de más de 70 años, los cristianos paquistaníes son marginados, oprimidos y débiles».
Para el P. Sarfaraz Simon, coordinador del proyecto de estudio, «el desafío más grande es la falta de docentes. Queremos extender tales cursos en toda la diócesis, pero los especialistas y los servidores públicos no están disponibles en las pequeñas ciudades. Sin embargo, hemos colocado las bases. Las otras diócesis pueden inspirarse en nuestro ejemplo en este año 2020, dedicado al Año de los jóvenes».
Durante la inauguración del Año, en noviembre 2029 en la catedral del Sagrado Corazón de Lahore, los obispos lanzaron un llamado a sacerdotes, asociaciones de laicos y grupos eclesiales a formar jóvenes católicos, ayudarlos a superar las dificultades y reforzarlos dándoles responsabilidades. El P. Simon narra que «la Iglesia dirige muchas escuelas y centros de formación técnica, pero la mayor parte de los beneficiarios son musulmanes. Nuestros jóvenes permanecen sin una orientación y están privados de consejos sobre la carrera».
El sacerdote reporta al final que «el porcentaje de muchachas cristianas instruidas es mucho más elevada respecto a aquella masculina. En nuestra sociedad dominada por los hombres, las mujeres están sometidas a una constante vigilancia, ya sea en los desplazamientos como en la utilización de los celulares. Estudian en sus casas y realizan las tareas domésticas. Los varones ignoran el estudio y gozan la libertad».