(ACI Prensa) La Comisión Médica de la Congregación para las Causas de los Santos aprobó un presunto milagro que permitiría la beatificación del médico venezolano José Gregorio Hernández, conocido como el «médico de los pobres».
En un comunicado publicado por la página de Facebook de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), el vicepostulador de la causa de beatificación y Obispo Auxiliar de Caracas, Mons. Tulio Ramírez, dio a conocer los detalles.
«Este 9 de enero, a las 9 a.m. hora de Roma, en la sede de la Congregación para la Causa de los Santos, se reunió la Comisión Médica que analizó el presunto milagro atribuido a la intercesión del Venerable Dr. José Gregorio Hernández Cisneros, la cual se superó en modo exitoso», indicó el Prelado en el texto con fecha 9 de enero.
«¡Estamos por muy buen camino! ¡Sigamos orando! ¡Ahora tenemos que superar la consulta teológica y la Plenaria de Cardenales y Obispos que se realizarán en los meses venideros!», agregó.
En declaraciones a ACI Prensa este 9 de enero, el Arzobispo Emérito de Caracas, Cardenal Jorge Urosa, indicó que el presunto milagro es el de la curación de una niña, en la localidad de San Fernando de Apure, que recibió un balazo en la cabeza.
«A pesar de muchas circunstancias adversas: lugar lejano, mucho tiempo transcurrido entre el incidente y la llegada al hospital, y del pronóstico inicialmente negativo de los médicos, la niña se curó totalmente, de manera inexplicable por causas naturales», dijo el Purpurado a ACI Prensa en una entrevista previa en enero de 2019.
Breve biografía de José Gregorio Hernández
José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en el pequeño pueblo campesino de Isnotú, estado de Trujillo (Venezuela). Su madre falleció cuando él tenía solo 8 años.
Estudió medicina en Caracas y tuvo tanto éxito que el presidente venezolano lo envió a estudiar microscopía, histología normal, patología y fisiología experimental en París.
Al volver fue profesor en la Universidad Central de Caracas. Después de llevar a su familia a la capital, quiso ser monje de clausura en Italia, para dedicarse solo a Dios.
En 1908 entró a la Cartuja de Farneta con el nombre de hermano Marcelo. Sin embargo, algunos meses después se enfermó y su superior le ordenó volver a Venezuela para recuperarse.
Llegó a Caracas en abril de 1909 y ese mismo mes recibe permiso para ingresar en el Seminario Santa Rosa de Lima, pero siguió anhelando la vida monástica. Volvió a Roma luego de 3 años, hizo algunos cursos de Teología en el Colegio Pío Latinoamericano, pero una vez más enfermó y tuvo que volver a Venezuela.
Comprendió que Dios lo quería laico y ya no intentó volver a la vida religiosa. Decide convertirse en un católico ejemplar siendo médico, sirviendo al Señor en los enfermos.
Dedicaba 2 horas diarias para servir a los pobres.
Un día, mientras cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana muy pobre, fue atropellado y llevado a un hospital donde un sacerdote pudo impartirle la Unción de los Enfermos, antes de morir el 29 de junio de 1919.
Caracas se conmovió y muchos decían: «Ha muerto un santo». Fueron tantos los que asistieron a su velorio que las autoridades tuvieron que intervenir para organizar a la multitud que quería despedirse de él.