(VaticanNews/InfoCatólica) Con la salida anoche del aeropuerto Leonardo da Vinci de Fiumicino y el vuelo al aeropuerto «Ministro Pistarini» de Buenos Aires comenzó la peregrinación de la estatua de Nuestra Señora de Loreto, una de las iniciativas relacionadas con el jubileo lauretano inaugurado el pasado domingo en la Santa Casa con motivo de los 100 años de la proclamación de la Santísima Virgen María como «patrona de las fuerzas aéreas y de la aeronáutica». Durante el año, la imagen sagrada hará escala en aeropuertos de todo el mundo, visitando las principales capitales europeas, pero también Nueva York, Manila y las Islas Fiyi. Otras 2 estatuas de la Virgen peregrinarán a los aeropuertos italianos y a los pabellones militares.
Monseñor Dal Cin: una iniciativa que toca la vida real de las personas
«Es una iniciativa religiosa, pero que lleva consigo muchos valores que tocan la vida real de las personas, en un aeropuerto, un lugar contemporáneo que es una oportunidad de trabajo y de relaciones intensas para millones de personas», afirmó Monseñor Fabio Dal Cin, delegado pontificio de la Santa Casa de Loreto, presente en el aeropuerto con Monseñor Gino Reali, obispo de Porto-Santa Rufina - que comprende Fiumicino- y el párroco del aeropuerto Giovanni Soccorsi.
Una peregrinación para aeroportuarios y trabajadores
De hecho, la protección de María, explica el Cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral en un mensaje dedicado al evento, «se extiende también a toda persona que viaja y a aquellos que, a bordo o en tierra, son los responsables de la tranquilidad y seguridad de los pasajeros». En muchos aeropuertos hay capillas y lugares de oración y, con el Jubileo Lauretano, «los trabajadores de los aeropuertos, el personal de vuelo y todos los pasajeros que frecuentan los aeropuertos están llamados a vivir un tiempo de peregrinación, un itinerario que los llevará a casa». «El camino», se lee en el mensaje, »pertenece a la naturaleza del hombre porque expresa nuestra sed de volver a descubrir dónde está nuestro corazón, dónde están nuestras raíces verdaderas y profundas. Dónde volver a ser personas».
Superar las fronteras que separan a las personas
Un peregrino es aquel que atraviesa campos y fronteras. De la misma manera, «los aviones permiten a los pasajeros cruzar muchas fronteras en el corto plazo de cada viaje, pero toda la vida humana está llena de fronteras de todo tipo, que deben ser atravesadas todos los días. Cada día, en efecto, el hombre está llamado a transformar las fronteras que lo separan de los demás en umbrales, puertas que hay que atravesar para encontrar el misterio del otro: sólo así se convierte cada uno en don y riqueza para toda la comunidad, incluso en el contexto del cuidado pastoral de los ambientes en los que se llega al hombre en los lugares donde trabaja y actúa».
El verdadero destino es la eternidad de Dios
Quien guía a los fieles en esta «zona franca» es María Peregrina, cuya caridad «nos permite ensanchar los límites del corazón» y la dimensión aérea «nos invita a elevar nuestra mirada al cielo, en la conciencia de que nuestro verdadero destino es la eternidad de Dios y que el hombre no sólo tiene una dimensión horizontal, sino también vertical, espiritual, trascendente, que lo llama a la santidad, a la luz del ejemplo de María».