(AsiaNews) Para todos los católicos birmanos, el Pbro. Alfredo Cremonesi representa «la imagen de un gran misionero, que dio su vida por la evangelización, con un amor incondicional». Son las declaraciones que hace a AsiaNews Mons. Isaac Danu, obispo de Taungngu. El prelado se encuentra en Italia, para participar en la ceremonia de beatificación del misionero y mártir del Instituto Pontificio de Misiones en el Extranjero (PIME), asesinado por el odio a la fe en la localidad de Donoku (diócesis de Taungngu) el 7 de febrero de 1953. El 19 de marzo pasado, el Papa Francisco autorizó a la Congregación de las Causas de los Santos a publicar el decreto que reconoce el martirio del Padre Cremonesi. El Card. Angelo Becciu, prefecto de la Congregación, presidirá la misa solemne y el rito de beatificación, que tendrá lugar mañana a las 15:30 en la Catedral de Crema – diócesis de origen del beato.
«El Padre Cremonesi anunció el Evangelio en un territorio muy remoto y extremadamente pobre. Su amor hacia la población local y a la gente de Myanmar fue total», prosigue Mons. Danu. Es por eso que los fieles de la diócesis de Taungngu han recibido con alegría su beatificación, y en estas horas se preparan para festejarla. «El domingo 20 de octubre – cuenta el obispo – los fieles participarán en una misa de acción de gracias en la parroquia donde él fue asesinado; los católicos del lugar recordarán a todos la grandeza del servicio que el misionero del PIME prestó al pueblo de Myanmar. También habrá grandes festejos en su honor en febrero del 2020, del 8 al 9 de mes. En tanto, prosigue la obra para levantar una iglesia en su nombre».
Los misioneros del PIME llegaron a Myanmar (en aquél entonces, Birmania) en 1868 y desarrollaron su obra en medio de los grupos más alejados y abandonados, las tribus de las regiones orientales, que no estaban sometidas a los ingleses, y que por tanto no habían tenido contactos con el mundo moderno. Aún hoy, la población conserva una gran devoción por los padres y misioneros. El año pasado, ello quedó demostrado por la participación de casi 20.000 católicos en las solemnes celebraciones por el 150 aniversario de la llegada de los sacerdotes del Instituto a Birmania Oriental. «El testimonio de los misioneros del PIME hoy sigue -concluye Mons. Dani- continúa vivo hoy. Ante todo, ellos nos han traído la fe, convirtiéndonos en cristianos y católicos. Pero su trabajo no quedó allí: también se ocuparon de la educación, de la moral, de los tribales; compartieron conocimientos de agricultura y construyeron edificios. El Padre Cremonesi fue quien mejor expresó todo esto. Él amaba, ayudaba y protegía a las personas; incluso frente a las dificultades de la vida».