(AsiaNews) En Alepo la situación es nuevamente «muy difícil» con «ecos de misiles que caen cada día» en un crescendo de violencias que «no tienen una razón confesional», pero afectan «en modo indistinto». Es cuanto narra a AsiaNews, el P. Ibrahim Alsabagh, de la parroquia latina de Alepo, metrópolis del norte y por años epicentro del conflicto sirio iniciado en marzo de 2011. La nueva escalada, prosigue el sacerdote, para los cristianos implica el peligro de un nuevo éxodo en el contexto de una «continua inestabilidad» que incide «sobre los ánimos ya heridos». «Siria-advierte, está al extremo desde el punto de vista económico».
Mientras tanto las fuerzas del gobierno continúan la ofensiva hacia Idlib, en el noroeste, último bastión que sigue en manos de grupos yihadistas y rebeldes (apoyados por la vecina Turquía). El ejército regular conquistó una franja de pueblos al sur de la ciudad y apuntan a la ciudadela de Khan Sheikhun, esencial para lanzar la ofensiva final. Las milicias anti-Assad responden con una contraofensiva, en espera de los refuerzos de Ankara más allá de la frontera.
En la creciente tensión, para el párroco de Alepo la comunidad cristiana se siente «como Noé construye una nueva arca en el desierto para tener viva la esperanza». Con el apoyo, siempre presente, del Papa Francisco que también en la reciente carta a Assad muestra «la preocupación de un padre de familia (...) amargado por la escalada de violencia».
A continuación, publicamos la entrevista al p. Ibrahim por parte de AsiaNews.
Padre, en el último período se registra una escalada de ataques y violencia contra Alepo. ¿Cómo es la situación?
La situación en Alepo sigue siendo muy difícil: sentimos cotidianamente los ecos de los misiles que caen en algunas zonas de la ciudad. Y los ataques se intensifican, voluntariamente, en correspondencia con las fiestas islámicas.
¿Hay violencias y víctimas también contra los cristianos?
Las víctimas y las violencias a las cuales todavía asistimos no tienen una razón confesional, por esto vienen atacados indistintamente todos los civiles. Más allá del número efectivo de las personas involucradas, esta cuestión hace recaer a la población en la angustia y en el miedo: vuelven a la memoria los terribles días de la crisis y hacen temer que no será jamás un retorno a la normalidad. Para la comunidad cristiana esto quiere decir que una nueva ola de familias-que han resistido en todos estos años- tomará la decisión de partir y dejar definitivamente el país.
Por un cierto período se pensó que la guerra pudiese llegar al final. En el último período ¿las cosas cambiaron?
Sí estamos asistiendo al degenerar de la situación, pero el problema no está relacionado solamente con los enfrentamientos que todavía suceden en muchas partes. Para quien resistió y se quedó, el perpetuarse del conflicto y la continua inestabilidad incide fuertemente sobre los ánimos ya heridos y no permiten reiniciar realmente a vivir y pensar en el futuro.
Siria está al extremo desde el punto de vista económico, la electricidad todavía para muchas horas por día y esto determina la imposibilidad de hacer repartir las actividades productivas; la inflación aumenta, la moneda se devalúa y el poder de compra de las familias es siempre más bajo. La complejidad de la situación crea siempre nuevas necesidades, de tipo material y además en todos los otros niveles, mientras que las ayudas económicas continúan disminuyendo porque, contrariamente a lo que se piensa, los verdaderos problemas comienzan cuando la prolongación de la crisis rinde a algunas situaciones como «crónicas».
¿Qué determinó este cambio?
De aquello que vemos de la situación en Idlib y en todo el país, es claro que a nivel internacional no se llegó a un acuerdo respecto al futuro y entonces todas las partes deciden dejar hablar a las fuerzas de las armas, en vez de aquella del diálogo. Y en esto es la población civil quien paga siempre el precio más alto.
Estamos en el período veraniego. En el pasado, también durante este período, la Iglesia de Alepo siempre promovió actividades para los jóvenes. ¿Cuáles son las iniciativas en programa para este año?
Las actividades de la parroquia no se detienen en el período de verano: aún si intentamos reducir un poco el ritmo, el trabajo pastoral y el humanitario ocupan todo nuestro tiempo y nuestras energías. Hemos apenas concluido el oratorio festival, con la presencia de más de 300 niños y cerca de 50 entre educadores, catequistas, docentes, colaboradores en diversos niveles. Y ahora inició el período de los campamentos. A nuestra puerta, cotidianamente, llaman a la puerta tantas personas con necesidades de lo más diversas. Una señal muy positiva y decididamente contracorriente es el de ver, aún en el miedo y en la incertidumbre, tantas jóvenes parejas que deciden casarse y construir juntos una nueva familia. Y vemos aumentar también los nuevos nacimientos. Con grandísima alegría, además de acompañar a las jóvenes parejas en el camino y en la preparación al sacramento y en los años sucesivos, acompañamos a las familias, futuro de toda la comunidad, nos hace sentir como a Noé que construye una nueva arca en el desierto para tener viva la esperanza. Y como en el caso de Noé, no faltan aquellos que se burlan de nosotros, preguntándose irónicamente si habrá un futuro para Alepo.
Padre Ibrahim, ¿hay espirales de optimismo?
Como ya dije, la situación es muy grave y seria, pero no por esto perdemos la esperanza, que para nosotros no es repuesta en las decisiones humanas, sino en el haber consignado nuestra vida al Señor.
A casi un mes de distancia, ¿se habla todavía de la carta del Papa a Assad?
La carta del Papa es la preocupación de un padre o de una madre de familia, una preocupación humanitaria. (El pontífice) interviene espontáneamente, amargado por la escalada de violencia que continúa atacando a un país hacia el cual expresó de continuo un particular afecto y aprensión. Por otra parte, es un mensajero de Cristo, rey de paz, que no hace otra cosa que implorar piedad y reconciliación. No podemos hacer más que agradecer al Papa porque no se ha olvidado de Siria, mientras todo el mundo parece que ya no recuerda más el drama que cada día vivimos.