(InfoCatólica) En la entrevista, Alicia Martel Suárez explica a qué se dedica su congregación:
Las Oblatas es una institución católica femenina fundada en España en 1864 para ayudar a las familias en precario y en especial para promocionar a las mujeres. Antes teníamos a menores tuteladas en los pisos y dirigíamos academias de peluquería para que aprendiesen un oficio. Hoy en día estamos presentes en 15 países.
También detalla su labor en Almería (Andalucía, España) de atención a inmigrantes atrapadas en la prostitución:
Fue una labor muy difícil. Los proxenetas toleraban nuestra presencia a medias, vigilaban nuestras conversaciones. Además, piensa que las mujeres iban y venían, las cambian de sitio para no crear arraigo y eso también dificultaba el seguimiento. Al principio teníamos que ir con intérpretes, casi ninguna habla español, nosotras chapurreamos el inglés y el francés y con eso íbamos tirando. Había que tener mucha paciencia, primero estaba el acercamiento, escucharlas y que nos escucharan. Nosotras le ofrecíamos, lo primero, un teléfono de contacto cuando nadie nos veía, por si querían escapar de aquel sitio. Lo segundo eran medidas higiénicas, preservativos, lubricantes y la posibilidad de hacerse la tarjeta sanitaria. Todas eran, son inmigrantes sin papeles.
También cuenta su actividad posterior en Sevilla y da su visión sobre la Iglesia:
En la comunidad de Sevilla teníamos a 30 voluntarios y 5 personas contratadas. Y de entre los voluntarios teníamos a cuatro parejas gais que me contaban que con esta actividad se sentían queridos por la Iglesia de una manera que antes no habían experimentado. También tuve la oportunidad de conocer a una voluntaria, una madre joven de mellizos que me decía que uno de sus hijos era homosexual y que el párroco que le tocaba no quiso que hiciese la comunión con él. Ella no se achantó, buscó en otra parroquia a otro sacerdote que no tuviese esos prejuicios. Yo le dije que tenía mucho mérito y ella me contestó que era creyente y que eso le dio fuerzas para seguir y encontrar el camino adecuado. La Iglesia es muy compleja, vive muy estancada en el pasado, no termina de conectar con el siglo XXI en el sentido que no acepta la diversidad de manera plena.
¿Eso significa que está condenada a morir?
Yo ya no lo veré, pero la Iglesia Católica tiene que hacer una reflexión profunda para tener futuro, si no, esto se acaba. Tenemos que construir otra Iglesia.
Y echa de menos lo que ocurrió tras el Concilio Vaticano II:
Yo tengo un hermano religioso, mayor que yo, que me dice: —Qué mal lo hemos hecho, Alicia—. Tenemos muchos sobrinos ya mayores y algunos nos comentan en las reuniones familiares que qué hay que hacer para apostatar de la Iglesia. En esas conversaciones con mi hermano noto diferencias entre su manera de pensar y la mía. Yo le digo a mi hermano: pero, hombre, ¿cómo puedes decir que la homosexualidad es una enfermedad? No digas disparates. Tú, que fuiste un progre cuando el Concilio Vaticano II ahora me sales con esas... Para mí hay un antes y un después a partir de aquel Concilio. La Iglesia se abrió más a la sociedad y yo creo que fue un momento clave y muy bueno. Coincidiendo con aquella época, yo estudiaba Magisterio y empecé yendo a clase con el hábito de monja. El profesor me tenía una manía espantosa y no me hacía la vida nada fácil por el hecho de ser monja, porque él se declaraba anticlerical. Entonces me quité el hábito y seguí en mis clases vestida de calle. Se me acercó un día y me dijo: — ¿qué, ya se ha salido de monja? Como diciéndome, por fin, ¿no? —No, sigo con lo mío, soy la misma pero ya no llevo hábito—, le contesté. La relación mejoró desde entonces.
También da su parecer sobre el papel de la mujer en la Iglesia y sobre el papa Francisco:
¿Y qué papel tienen las mujeres de iglesia en esa transformación tan necesaria?
Yo creo que un papel relevante, porque la labor de la mujer en la Iglesia no se ve. Es necesario que se visibilice. Ahora, también te digo que hay muchas mujeres dentro de la Iglesia que están cómodas en su papel y que no quieren cambiar nada. Es necesario que las mujeres de Iglesia nos unamos para cambiar las cosas, pero no lo veo muy probable.
Y este Papa, ¿el papa Francisco, será el precursor de estos cambios?
Bueno, el papa Francisco está siendo determinante para algunos temas importantes. Es un hombre de calle, de parroquia, sensibilizado con los pobres y ha hecho cosas interesantes. Pero, seamos realistas, es un hombre de su generación, es un octogenario, tiene mucho del aparato de la Iglesia jugando en su contra. Además, no lo veo especialmente sensibilizado con el tema del protagonismo activo de las mujeres de la Iglesia.
Justo después, la entrevistadora le pregunta si está a favor del aborto. Su respuesta no puede ser más clara:
¿Tú eres partidaria del aborto, Alicia?
No se puede obligar a una mujer a que traiga un hijo al mundo si no quiere por las razones que sean. ¿Quién soy yo para decirle que debe de traerlo al mundo? Eso es una decisión totalmente personal.