(Zenit) El Pontífice ha abordado hoy el pasaje en el que un hombre paralítico que pedía limosna en la puerta del Templo se encuentra con Pedro y Juan.
«Pedro y Juan nos enseñan a no poner la confianza en los medios, que siempre van a ser útiles, sino en la verdadera riqueza que es la relación con Cristo resucitado»
Al ver al paralítico, relató el Papa, «los apóstoles lo miran y le piden que él a su vez los mire» y, añadió, se crea entonces «un encuentro real entre personas, que es donde a Dios le gusta manifestarse». Después, Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y camina», y, cogiéndole de la mano, le levantó.
Así, resaltó el Papa, «el mendigo no obtuvo dinero, sino que recibió el Nombre que salva: Jesús de Nazaret» y continúa diciendo «aquí también vemos el retrato de una Iglesia que mira al que está en dificultad para crear relaciones con significado, puentes de amistad y solidaridad».
Se trata del rostro de una Iglesia «sin fronteras que se siente madre de todos, y que vive el arte del acompañamiento que se caracteriza por la delicadeza que se acerca a la tierra sagrada del otro; así nuestro caminar tendrá el ritmo sanador de la projimidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión y que al mismo tiempo sana, libera, alienta el madurar en la vida cristiana», expuso el Pontífice.