(AsiaNews) El homicidio de un tribal católico de Jharkhand, asesinado por los nacionalistas hindúes «protectores de las vacas», «e ignorado por todos». Lo denuncia a AsiaNews John Dayal, secretario general del All India Christian Council y presidente del All India Catholic Union. Él quiere recordar un asesinato pasado en silencio: el de Ramesh Minj, de 37 años, linchado a muerte por una multitud furiosa de radicales en agosto de 2017. El activista católico protesta: «Su muerte ni siquiera entró en el debate sobre las persecuciones de los cristianos. Ninguna ONG cristiana se ocupó del caso. La familia todavía espera justicia».
Dayal narra la cuestión del problema del católico linchado: «Vivía en el pueblo de Tingaru, en el distrito de Palamu, que en su mayoría tribal Orao. Desde 2007 estaba casado con Anita. Ramesh Minj era un hombre talentoso: en la estación de la siembra, guiaba un tractor; en las otras estaciones, conducía un taxi bolero para el transporte de pasajeros. Una multitud de 120 personas lo golpeó porque lo acusaba de haber matado un ternero». El hombre fue arrestado y llevado a la comisaría en Bhandaria. La esposa logró verlo antes que muriese en la celda. Contó que tenía una pierna quebrada y el cuerpo hinchado por los hematomas. La policía incriminó a 17 personas, pero ninguno fue arrestado. Sus restos fueron sepultados en el terreno de un bosque de salas.
En estos días la opinión pública india está indignada por el feroz homicidio de Tabrez Ansari, musulmán de 24 años de Jharkhand. Las imágenes que lo hacen ver agachado y suplicando misericordia, dieron la vuelta en las redes. Ayer el famoso editorialista Harsh Mander presentó un petición a la Alta corte en la cual pide a las autoridades de detener las violencias religiosas y el Premier Narendra Modi dijo estar «dolido».
En la India la cuestión de las «vacas sagradas» se convirtió en una emergencia nacional, sobre todo por los linchamientos contra los musulmanes realizados por los miembros de las organizaciones hindúes y su matanza es considerada como un ultraje a los dioses. Algunos Estados prohiben el comercio y el consumo de la carne bovina, que en cambio está en la base de la alimentación para los cristianos y para los musulmanes, además que una fuente de ganancia para los pobres que elaboran el cuero de los animales.
Dayal acusa a los policías que se ocuparon del caso de Ramesh Minj: «No han querido arrestar a los potentes políticos, instigadores de la multitud». Él los considera «responsables de la muerte del católico a causa de su ineficiencia e indiferencia». Además subraya que «su caso fue dejado de lado hasta en las discusiones inspiradas por el Sangh sobre la prohibición del comercio de la carne de vaca. La prohibición demuestra que las muertes se refieren no sólo a los musulmanes o los dalit, pero también a los cristianos. En práctica, personas de cada religión».
Este caso, concluye, «debe ser una campana de alarma para la Iglesia y las comunidad católica: lo que afecta a los musulmanes, al final también puede afectar también a los cristianos y a las otras minorías religiosas. Porque esta es la naturaleza del Hindutva, desencadenada en los últimos 10 años: bestial, violenta y política».