(AsiaNews) Los Estados miembros de la Unión Europea (UE) ayer votaron a favor del prolongamiento, por un año (hasta el primero de junio del 2020) de las sanciones contra el gobierno sirio y contra algunas personalidades destacadas de dicho país, del círculo de la familia Assad. «La UE ha decidido -explica el Consejo, en un comunicado- mantener las medidas restrictivas contra el régimen sirio y cuantos lo sostienen, teniendo en cuenta la represión que éste continúa ejerciendo sobre la población». La «lista negra» de Bruselas se ha reducido con la cancelación de 5 individuos (fallecidos) y 2 entidades.
«El listado -prosigue el comunicado difundido por Bruselas en las últimas horas- comprende, al día 17 de mayo, 270 personas y 70 entidades, que quedan sometidas a la prohibición de ingresar al territorio de la Unión Europea, y al congelamiento de sus bienes». Según los representantes europeos, los individuos y organismos afectados por la prohibición «son responsables» de diversa manera, «de la represión violenta que se ejerce sobre la población civil en Siria», y obtienen «beneficios» del régimen, el cual «sostienen» de distintas formas.
Las sanciones de la UE están en vigor desde el primero de diciembre de 2011, y son revisadas anualmente.
Bruselas ha impuesto un embargo sobre el petróleo, al cual se suman las «restricciones» sobre cierto tipo de inversiones, el congelamiento de los bienes que posee el Banco Central sirio en la UE y las restricciones que rigen sobre las exportaciones de equipamiento y tecnologías. Entre ellas, se cuentan los dispositivos utilizados para tareas de vigilancia o factibles de interceptar comunicaciones telefónicas o a través de Internet.
En las últimas semanas, AsiaNews ha recogido testimonios de varias personalidades católicas sirias (las religiosas trapenses de Azeir, el arzobispo maronita de Damasco y el párroco latino de Alepo, Pbro. Ibrahim Alsabagh), que concuerdan en sus críticas a las sanciones europeas (y estadounidenses). El embargo y las sanciones, subrayan los líderes cristianos, terminan impactando sobre una población que ya de por sí vive atormentada desde hace 8 años por un conflicto durísimo.
A las sanciones europeas se suma el cepo que los Estados Unidos ha impuesto contra la cúpula del gobierno sirio y la familia Assad, con el objetivo de doblegar -hasta ahora, en vano- al gobierno de Damasco y derrocar el régimen. Las restricciones de Washington impiden el ingreso del combustible, lo cual paraliza la red de transportes; los estudiantes hacen inmensos esfuerzos para asistir a la escuela y a la universidad, los pacientes no pueden llegar a las citas médicas. Si bien los medicamentos y hospitales no se ven afectados por el embargo, los establecimientos de atención sanitaria funcionan al mínimo de sus capacidades, y el equipamiento hospitalario se encuentra detenido debido a la falta de repuestos.
Se trata de un cepo doble que, unido a la devastación provocada por el conflicto, ha causado la muerte de casi medio millón de personas, además de dejar 3 millones de personas con discapacidad permanente y cerca de 11 millones de personas -casi la mitad de la población total- forzadas a abandonar sus hogares. Además, el 80% vive en condiciones de extrema pobreza, con menos de 2 dólares al día para sobrevivir. Desde el 2009, casi el 60% de las empresas se transfirió al exterior y la desocupación ha pasado del 10%, en 2010, a más del 50% en el 2015. Las pérdidas en términos de PIB, entre el 2011 y el 2016, rondan los 226 millardos de dólares.