(Domius Est/InfoCatólica) El P. Fournier, concedió una entrevista al canal KTO.TV (traducida por Dominus Est) en la que relata su actuación el día del incendio, sus prioridades, rescatar al Señor en el Sagrario y la reliquia de la Corona de Espina que se custodia en la Catedral.
El sacerdote francés, ya era conocido por algunas actuaciones anteriores. Superviviente de Afganistán, estuvo también en la Sala Bataclan justo tras el atentado yihadista de 2015. En el lugar del ataque estuvo rezando y ayudando a las víctimas, se apresuró a entrar en la sala para impartir una absolución general y confortar a los supervivientes y a los familiares de los asesinados.
Soy el Padre Fournier, Capellán principal de la Brigada de Bomberos de París, y era el Capellán de guardia aquel 15 de abril en que un incendio extraordinario se produjo en la Catedral de Notre Dame de París. Fui llamado. En cuanto llegué me pareció primordial salvar dos cosas: ese tesoro inestimable que es la Corona de Espinas, y por supuesto, Jesús presente en el Santo Sacramento.
Al entrar en la catedral, ésta estaba un poco llena der el humo, no hacía calor del todo, había una especie de visión de lo que podría ser el infierno, esto es, cascadas de fuego que caían precisamente de las aperturas causadas por la caída de la flecha y otras en el Coro de monjes.
Acompañado por un oficial superior, la dificultad para nosotros era encontrar a quien tenía el código a fin de abrir la caja fuerte en la que la santa reliquia se preserva. Eso nos llevó algo de tiempo, y mientras tanto un equipo de bomberos se puso en acción a fin de preservar las reliquias pulverizando la caja desafortunadamente. Al tiempo encontramos la llave, llegamos a la Santa reliquia, e inmediatamente fue sacada y preservada bajo la protección de las fuerzas del orden, esto es, funcionarios de la prefectura de la policía.
Estando al tanto de que todo mundo comprende bien que se trata de una reliquia absolutamente única y extraordinaria, y el Santísimo Sacramento es Nuestro Señor presente realmente en Su Cuerpo, Su Alma, Su Divinidad y Su Humanidad, ustedes comprenden bien que es un poco delicado tener a alguien que amamos perecer en las llamas. Vemos muy a menudo víctimas de incendios y conocemos los efectos, he ahí por qué quise preservar absolutamente la Presencia real de Nuestro Señor Jesucristo.
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Cuando el fuego llegó a la torre norte, al campanario norte y que temimos perderlo, fue el momento en que saqué al Santísimo Sacramento. Y no queríamos simplemente sacar a Jesús. Aproveché para hacer una bendición con el Santísimo Sacramento. Me encontraba completamente solo en la catedral, con todo este ambiente de un poco de llamas, de fuego, de objetos incandescentes que caían del techo y, haciendo esta bendición, pedí a Jesús que nos concediera preservar su casa. Y hay que creer que Él me escuchó, y la mano de obra [de los bomberos] en general fue tan brillante también, las dos cosas por igual, que resultó que no sólo se logró detener el fuego sino que pudimos preservar la torre norte, y al preservar la torre norte también la torre sur se salvó.
Habíamos comenzado la Cuaresma poniéndonos la ceniza y diciendo: «recuerda hombre que polvo eres y al polvo volverás», y bien, esto es exactamente una Cuaresma en miniatura, la Catedral está volviendo al polvo, no para desaparecer completamente sino, como para los cristianos, poder renacer más hermosa y más fuerte todavía después de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.