(ACI Prensa) El Obispo de Apatzingán, Mons. Cristóbal Ascencio García, hizo un «llamado urgente» a las autoridades del estado mexicano de Michoacán para frenar la situación de violencia causada por el narcotráfico, que hace unas semanas dejó una iglesia saqueada y perforada por balas.
El 19 de marzo la parroquia de San José Obrero, en el poblado de San José de Chila (Apatzingán), se vio en el centro de la lucha de poder entre los grupos de narcotraficantes conocidos como «Cartel Jalisco Nueva Generación» y los «Caballeros Templarios».
«Hago un llamado urgente, especialmente a las autoridades, que tienen como tarea primordial procurar las condiciones de seguridad, a poner todo el empeño y los medios necesarios para que se vayan dando las condiciones de seguridad necesarias, donde estos acontecimientos no se repitan más, y que nos puedan llevar a vivir en la paz que tanto deseamos», dijo Mons. Ascencio en un comunicado emitido el 9 de abril.
El Prelado indicó que está en la obligación de «levantar la voz para denunciar esta realidad», porque «lastima a la sociedad, las familias y a cada persona en las raíces más profundas de su dignidad de hijos de Dios y hermanos».
Refiriéndose a los sucesos de violencia en la parroquia de San José de Chila, lamentó que «la violencia no haya parado» y que continúen «los enfrentamientos en diferentes comunidades, causando pánico y haciendo que muchos de los habitantes se conviertan en desplazados».
«Algunas de estas pequeñas comunidades se han quedado prácticamente sin familias, dentro de un mismo municipio las personas no pueden ir de una comunidad a otra, hay robo de vehículos con violencia, asesinatos, amenazas y hasta quema de viviendas», denunció.
Por ese motivo, el Obispo de Apatzingán cree que «estos delitos y pecados que claman al cielo y no son escuchados con frecuencia por quienes deberían procurar seguridad, deben ser denunciados».
Asimismo, toma de ejemplo al profeta Isaías, quien le habló al pueblo «para concientizarlo de las situaciones que estaban viviendo», peor que eran «provocadas en buena medida, por alejarse de los mandamientos divinos».
Sostuvo que la situación actual «es un llamado de parte de Dios a que cada uno asuma su responsabilidad, como ciudadano, pero, sobre todo, a quienes son responsables de cuidar la seguridad de la comunidad».
Finalmente, Mons. Ascencio invitó para últimos días de Cuaresma «a la conversión, a la transformación de nuestra vida y de nuestra manera de vivir en comunidad, en sociedad».
«Dejémonos reconciliar por el amor de Dios y pidamos por aquellos que siguen provocando violencia y muerte. Hago votos, para que cada uno, en el ámbito de su competencia, hagamos todo lo necesario para contribuir al bien común de nuestra sociedad».
«Agradecido por su atención a esta denuncia, pido a Cristo, príncipe de la paz, que pronto llegue a ser una realidad, para nuestro pueblo, la paz y seguridad que tanto deseamos», concluyó.