(Asia News) Algunos analistas alertan sobre la situación, entre ellos, Bertil Lintner. El columnista sueco subraya que la radicalización de la minoría étnica rohingya comenzó a fines de la década del ’70 y que ahora encuentra un terreno fértil en una población de refugiados permanentes.
El territorio está de tal manera expuesto a la posibilidad de ataques transfronterizos de los militantes del Arakan Rohingya Salvation Army (ARSA), que en agosto de 2017 provocaron la violenta ofensiva del ejército de Myanmar en las áreas del Estado de Rakhine donde habitaban los Rohingyas.
Según Lintner, hay un alto peligro de que se sellen alianzas entre los diferentes grupos islamistas de la región, lo cual acarrearía graves consecuencias para la seguridad interna de Bangladés, que se prepara para las próximas elecciones generales. El experto recorre la historia del interés manifestado por el mundo islámico en relación a los sufrimientos de los Rohingyas. Se remonta a los hechos de violencia sectaria sucedidos en 1978 y en 1991-1992, que obligaron a decenas de miles de musulmanes a huir rumbo a Bangladés.
En 1978, la adinerada ONG islámica Rabitat-al-Alam-al-Islami (Liga musulmana mundial) envió ayuda a los refugiados y construyó un hospital, una mezquita y una madrasa en Ukhia, al sur de Cox’s Bazar. Allí se hicieron presentes religiosos sauditas que dieron inicio a la radicalización de algunos líderes y activistas rohingyas.
En la década del ’80 y a principios de los ’90, la Rohingya Solidarity Organization (RSO), el principal grupo militante, estrechó lazos con los islamistas bangladesíes de Jamaat-e-Islami y, sobre todo, con su ala juvenil, la aún más radical Islami Chhatra Shibir. A través de estas nuevas relaciones, la RSO entró en contacto con el partido y grupo paramilitar afgano Hizb-e-Islami y con organizaciones similares en Pakistán, Oriente Medio y Asia del Sur. Instructores afganos viajaron a Ukhia y cientos de Rohingyas fueron adiestrados en la provincia de Khost, en Afganistán.
Conocido localmente como el Harakah al-Yaqin (Movimiento de la Fe), actualmente, el ARSA es la principal organización militar Rohingya. Hunde sus raíces en ambientes radicales de Karachi, en Pakistán. En las periferias desfavorecidas de esta ciudad viven, sin derecho a la ciudadanía, cientos de miles de Rohingyas (de primera, segunda y tercera generación). Dedicados a actividades ilegales, algunos de ellos han combatido en Afganistán. El líder del ARSA, Ataullah abu Ammar Junjuni (también conocido como Hafiz Tohar), nació en Karachi y fue educado en una madrasa saudita.
Según recientes reportes sobre la situación en los campos de refugiados en Bangladés, Jamaat-ul-Mujahideen (JMB), una organización islámica que opera en Bangladesh y que ha sido identificada como grupo terrorista en el Reino Unido, está tratando de cultivar lazos con los Rohingyas. El 13 de diciembre, la Unidad anti-terrorismo y de crimen transnacional (CTTC) arrestó a tres miembros de JMB «que estaban desarrollando tareas de adiestramiento de refugiados». De confirmarse, según Lintner, estas acusaciones podrían favorecer una respuesta armada ante la negativa de las autoridades civiles y militares de Myanmar de ceder ante el clamor de los refugiados, que piden la ciudadanía y reclaman justicia.