(Oropel.org) Lo que podría parecer como una terapia musical y de ayuda a la vitalidad corporal y psicológica presenta una profunda cosmovisión naturalista y panteísta de preponderancia instintiva.
La Biodanza, inicialmente llamada en sus orígenes Psicodanza, es una terapia creada por Rolando Toro Araneda, chileno, nacido en el año 1924 y fallecido en el año 2010. La vida de Rolando es la de una persona inquieta y culta, dedicado a la docencia y la psicología. También en la segunda mitad del siglo XX investigó en expansión de la conciencia y en la toma de sustancias, como el LSD y otras drogas.
Es en estos años cuando experimentó con pacientes de psiquiátricos el uso de distintos tipos de música, ya calmada, ya más rítmica (salsa y ritmos tropicales) o usando el jazz. Observó que según la música aplicada éstos respondían de distinta forma. También observó que la música gustó al personal administrativo y médico y que producía diferentes estados eufóricos y de respuesta, lo que le llevó a aplicarlo a todo tipo de personas, enfermas o sanas.
Sería en el año 1966 cuando se le pediría un curso de expresividad y creatividad de Psicodanza, una serie de ejercicios y movimientos corporales al ritmo de la música que ya realizara en el psiquiátrico de Santiago de Chile.
El paso de la Psicodanza a la Biodanza
En los siguientes años tenemos a Rolando en California, en el centro más importante entonces de la Nueva Era, el centro Esalen, uno de los lugares pioneros desde donde se esparció por el mundo toda la contracultura alternativa y pseudo-científica de la New Age. En este mismo tiempo Rolando se interesó por las terapias de contacto corporal, terapias de caricias, de abrazos, de gritos y de expresión total. Se estaba pasando de la Psicodanza a la Biodanza.
No obstante, algo que era interesante en un principio, una músico-terapia, si bien con unas conclusiones obvias y ya conocidas, porque ya sabíamos que la música ayuda al ser humano a nivel psicomotriz y psicológico, también mental y espiritual, derivó hacia una terapia y en gran parte pseudo-terapia más de la Nueva Era.
¿Qué es la Biodanza realmente?
En muchos cursos de Biodanza se expone dicho sistema como una serie de juegos que «aluden al poder musical para curar enfermedades, invocar las fuerzas de la naturaleza, despertar el amor o el deseo, armonizar las sociedades, etc. Para lograrlo hay que despertar en el hombre la musicalidad interior perdida y restituir su vitalidad animal. Estos juegos no son propiamente danzas, ni teatro, ni pantomima en el sentido tradicional. Se trata de formas libres de expresión corporal con música y sonidos dentro de pautas coreográficas permitiendo gran creatividad, sinceridad y fuerza vital de los bailarines».
La Biodanza busca mejorar las potencialidades del ser humano, tomar contacto con nuestro cuerpo, liberar tensiones, estrés, dolores, acabar con compulsiones, aumentar el sentido lúdico, el goce y el disfrute, vivir el aquí y el ahora, fomentar la expresión y la comunicación, encontrarse consigo mismo y los demás. Es un conjunto de técnicas y ejercicios lúdicos para fomentar lo espontáneo y lo instintivo.
Dice Rolando Toro: «Biodanza es un sistema de integración humana (afectivo motora o ̏con uno mismo˝, con los semejantes y con el Universo), renovación orgánica, reeducación afectiva y reaprendizaje de las funciones originarias de la vida. Su metodología consiste en inducir vivencias integradoras por medio de la música, el canto, el movimiento y situaciones de encuentro en grupo.»
Así, «durante el estado de regresión inducido por la sesión de Biodanza, el alumno participa como lo hacían en sus ceremonias los pueblos primitivos.» […] «Para acceder al misterio de la gran realidad, el pensamiento racional no nos sirve. La función del trance es pues, permitir otro estado de conciencia, un estado donde la corteza está literalmente en cortocircuito. Lo real puede revelarse en su dimensión real total.»
Para su creador la Biodanza busca conectar con el cosmos, con la fuerza que llevamos dentro, unirnos más allá del individuo con toda la especie, con toda la Naturaleza, y vernos como parte de algo mayor, el propio cosmos, la Naturaleza; y por la Biodanza, y por sus ejercicios inducir a trances y regresiones integradoras, activando las condiciones de la primera infancia. De esta forma la Biodanza puede lograr, o eso afirma, el rejuvenecimiento celular o curación de patologías celulares. No obstante, estas afirmaciones precisarían de resultados y estudios clínicos y científicos que las avalen.
La Biodanza: más que música y baile
El documento Vaticano sobre la Nueva Era, «Jesucristo portador del agua de la vida», decía sobre este tipo de sistemas: «La psicología se utiliza para explicar la expansión de la mente como experiencia ̏mística˝. El yoga, el zen, la meditación trascendental y los ejercicios tántricos conducen a una experiencia de plenitud del yo o iluminación. Se cree que las ̏experiencias cumbres˝ (volver a vivir el propio nacimiento, viajar hasta las puertas de la muerte, el biofeedback, la danza e incluso las drogas, cualquier cosa que pueda provocar un estado de conciencia alterado) conducen a la unidad y a la iluminación.» (nº 2.3.4.1).
El instinto es el elemento básico a rescatar con la Biodanza, un instinto animal, natural, tribal, de unidad con la Naturaleza. Un naturalismo panteísta que encontramos en ese revuelto que es la Nueva Era.
Como vemos, los fundamentos son como siempre ocurre con las terapias alternativas de la New Age contrarios al modo de ver al hombre el cristiano, más allá de lo que inicialmente quería ser solamente terapéutico, cada vez es más una cosmovisión total y completa del hombre y de toda la realidad: «He definido el concepto de ̏Inconsciente Vital˝ como propuesta para referenciar al psiquismo celular. Existe una forma de psiquismo de los órganos, tejidos y células que obedece a un ̏sentido˝ global de autoconservación. El inconsciente vital da origen a fenómenos de solidaridad celular, creación de tejidos, defensa inmunológica y en suma, al acontecer exitoso del sistema viviente.»
Pretende Rolando Toro que igual que Sigmund Freud (1856-1939) habló del inconsciente personal y Carl Gustav Jung (1875-1961) del inconsciente colectivo, él trata del Inconsciente Vital, el cual lo abarca todo al modo de una gran energía vital envolvente: «El Inconsciente Vital se nutre de la memoria cósmica y organiza la materia». Ante la pregunta de qué elementos ayudan a acceder en nosotros a ese Inconsciente Vital, responde que con la Biodanza.
En la misma línea de instintividad y tribalismo se afirma que «el cuerpo entero es un solo genital. La sexualidad es el acto más inocente de todos los que existen. Somos el reflejo y el eco de la lujuria divina. Si la lujuria es señal de exceso de vida nosotros asumimos la lujuria de vivir y la danza como su expresión más profunda.»
Con todo este panorama la Biodanza dejó de ser hace tiempo meros movimientos corporales al son de la música, y entre sus dinámicas tenemos -como revelan sus cursos y talleres- vivencias de encuentro, juegos, humor, risas, alimentación naturalista, juegos eróticos, vínculos con la naturaleza, éxtasis cósmicos, masajes, baños en el mar, baños en el barro, regresiones, ejercicios de mediums, trances, danzas primitivas para liberar los instintos naturales…
La respuesta desde el cristianismo
En conclusión, la Biodanza es mucho más de lo que parece. Hay una cosmovisión panteísta y naturalista, elementos animistas y pseudo-terapéuticos que se alejan de la antropología y de la cosmovisión y la espiritualidad cristiana. Por ello y con todo, su parecido en no pocos de sus fundamentos se acerca sobre todo a religiosidades mediterráneas naturales paganas y de fertilidad con las que san Pablo y los primeros apóstoles y cristianos se encontraron y convirtieron a la fe en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, una afirmación de valoración del cuerpo y de todo lo humano que jamás nunca antes se escuchó en el mundo y que de nuevo hay que predicar.