(InfoCatólica) Comunicado del arzobispo de Oklahoma City:
Festividad de San Agustín
Queridos hermanos sacerdotes, diáconos, consagrados y fieles laicos de la Archidiócesis de Oklahoma City:
La publicación, el 25 de agosto, del «testimonio» de once páginas del Arzobispo Carlo María Viganò, ex Nuncio Apostólico en los Estados Unidos, ha causado una gran conmoción en toda la Iglesia Católica. Este documento merece, o más bien exige, que se examinen y verifiquen con mayor profundidad cada una de sus alegaciones. Como tantos otros, estoy hondamente preocupado por las afirmaciones contenidas en este documento sin precedentes.
Si bien carezco de conocimiento o experiencia personal sobre los detalles contenidos en su «testimonio», siento el más profundo respeto por Mons. Viganò y su integridad personal. Sus afirmaciones, que aún no han sido investigadas o demostradas, confirman la urgencia de una investigación exhaustiva del progreso del arzobispo McCarrick en la jerarquía eclesiástica, dado su historial de presuntos abusos, que involucraron a seminaristas y jóvenes. Uno mi voz y mi apoyo a los del Cardenal DiNardo, Presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, y a los de muchos de mis hermanos obispos al solicitar dicha investigación.
Nos encontramos en un momento muy oscuro en la historia de nuestra hermosa, pero herida, Iglesia Católica. Estamos llamados a la oración y la penitencia para la purificación de la Iglesia y nuestros obispos y sacerdotes deben dar ejemplo. Hace falta un compromiso renovado de vigilancia, transparencia y responsabilidad por parte de nuestros pastores y de toda la Iglesia. Solo la oración, la penitencia y una conversión más profunda nos guiarán a través de este período tan oscuro.
Me alienta y consuela reflexionar sobre la promesa del Señor a Pedro de que «las puertas del infierno no prevalecerán» contra su Iglesia divinamente establecida. Tenemos su promesa, «estoy siempre con vosotros». ¡Aferrémonos a esa promesa! Dios es fiel. Dios está con nosotros.
Os ruego que oréis por todas las víctimas de abusos, especialmente aquellas dañadas por miembros del clero. ¡Que Dios nos libere de esta plaga mortal! Por favor, orad por mí y por todos nuestros sacerdotes y diáconos.
Atentamente en Cristo,
Mons. Paul S. Coakley
Arzobispo de Oklahoma City