(Wang Zhicheng/AsiaNews) En nombre de la sinización, en pos de crear un cristianismo con «características chinas», las autoridades de gobierno están quemando cruces y sustituyéndolas con las banderas rojas de China; en los edificios religiosos se exhiben eslóganes que exaltan el Partido y los valores del socialismo, mientras se eliminan las imágenes sacras, por considerarlas demasiado occidentales.
Días atrás, en Henan, la cruz de una iglesia protestante fue quemada en la localidad de Anyang, condado de Shuiyi (v. video); otra, fue demolida en Hebi; en Luoyang, otra cruz fue eliminada para colocar en su lugar la bandera roja (v. foto 2). Incluso se obligó a un centro católico de Anyang a exponer la bandera (v. foto 3).
En una iglesia de la provincia, las autoridades exigieron que se retirase la cruz, así como cuadros con caligrafías de versículos de la Biblia y una pintura de la Última Cena.
Hechos similares ocurrieron en Jiangxi. En los testimonios recogidos por Chinaaid en el condado de Xinyu se afirma que las iglesias fueron obligadas a hacer flamear la bandera nacional y a exponer una imagen del presidente Xi Jinping, junto a eslóganes ensalzando el socialismo. Se destruyeron muchas cruces, entre ellas, la de la iglesia evangélica de Jieken.
Al menos 40 iglesias de Shangrao fueron forzadas a exhibir carteles que prohíben la predicación de personas que no sean chinas y que vedan el ingreso a los menores de 18 años.
En Zhejiang, en la localidad de Leqin, las autoridades obligaron a las iglesias a alabar al Partido comunista chino, haciendo cantar himnos patrióticos durante el izado de la bandera. Además, las fuerzan a realizar conciertos con programas nacionalistas.
En Shanghái, en la región de Pudong, la Iglesia de Jesucristo en Xuanqiao debió exhibir el eslogan sobre los «valores de base del socialismo».
Por otro lado, cerraron decenas de iglesias domésticas en Shenyang (Liaoning) y en Xuzhou (Jiangsu), obligando a las comunidades a adherirse al Movimiento de las Tres autonomías, la comunidad oficial protestante, controlada por el gobierno.
La sinización, lema enarbolado por Xi Jinping hace algunos años, pretende obligar a todas las religiones a ser asimiladas por la cultura china y sobre todo, a someterse a las autoridades del Partido comunista. Muchos fieles chinos manifiestan que «bajo el manto del patriotismo, van vaciando de la fe a las religiones, que son miradas como meros instrumentos políticos al servicio del gobierno y del Partido». Un católico comenta a AsiaNews que «con la bandera roja, los cantos patrióticos, y la prohibición de entrar que rige para los jóvenes, las iglesias se parecen cada vez más a los edificios de gobierno».
Ninguna religión queda a salvo de la homogeneización. Desde ayer, incluso el monasterio budista de Shaolin en Shaoshan (Henan) se ha visto obligado a cumplir con la ceremonia de izado de la bandera, todas las mañanas (v. foto 4). Toda la Asociación budista china ha decidido plegarse a la iniciativa.