(Vatican News) En el marco de su primera jornada en Dublín con motivo del Encuentro Mundial de las Familias, el Papa Francisco visitó la Pro-Catedral de Santa María y escuchó el testimonio de varias parejas que hablaron sobre los actuales desafíos que supone «mantener unido el vínculo familiar» en las sociedades modernas.
La tarde del sábado 25 de agosto, el Papa Francisco visitó la Pro-Catedral de Santa María en Dublín, en el marco de la celebración del Encuentro Mundial de las Familias. El Obispo de Roma permaneció unos minutos en oración silenciosa ante la capilla del Santísimo Sacramento, iluminada por una vela, siempre encendida en memoria de todas las víctimas de los abusos sexuales.
Matrimonio: más que una institución, es una vocación
Tras escuchar el testimonio de un matrimonio que lleva 50 años de unión, y las preguntas formuladas por una joven pareja de recién casados, así como de otra que se prepara para recibir el sacramento conyugal; el Santo Padre dedicó a los presentes un discurso en el que destacó la importancia de revalorizar la familia como célula básica de la sociedad y de la Iglesia, enfocándose en que el matrimonio «no es simplemente una institución sino una vocación», que debe ser cuidada y protegida.
«Ciertamente debemos reconocer que hoy no estamos acostumbrados a algo que dure realmente toda la vida», dijo Francisco haciendo alusión a la actitud inconformista que caracteriza a tantas sociedades del mundo bombardeadas por constantes distracciones.
Los peligros de la «cultura de lo provisorio»
«Es difícil incluso estar al día en el mundo de hoy, pues todo lo que nos rodea cambia, las personas van y vienen en nuestras vidas, las promesas se hacen, pero con frecuencia no se cumplen o se rompen», añadió.
Poniendo en guardia sobre los peligros de la cultura de lo provisorio y de lo efímero, «que atacan las raíces mismas de nuestros procesos de maduración, de nuestro crecimiento en la esperanza y el amor», el Pontífice planteó un par de preguntas al respecto: «¿No hay nada verdaderamente importante que dure? ¿Ni siquiera el amor?... ¿Cómo podemos experimentar, en esta cultura de lo efímero, lo que es verdaderamente duradero?».
Un amor que da origen a una nueva vida
A modo de respuesta, el Obispo de Roma señaló que entre todas las formas de la fecundidad humana, el matrimonio es único:
«Es un amor que da origen a una vida nueva. Implica la responsabilidad mutua en la transmisión del don divino de la vida y ofrece un ambiente estable en el que la vida nueva puede crecer y florecer», explicó Francisco haciendo hincapié en que el matrimonio en la Iglesia, «participa de modo especial en el misterio del amor eterno de Dios».
Amor es lo que Dios sueña para la humanidad
Asimismo el Sucesor de Pedro, subrayó que el amor es precisamente lo que Dios sueña para nosotros y para toda la familia humana. «Por favor, no lo olvidéis nunca».
«Dios tiene un sueño para nosotros y nos pide que lo hagamos nuestro. No tengáis miedo de ese sueño. Custodiadlo como un tesoro y soñadlo juntos cada día de nuevo», exhortó el Papa animando a las parejas a luchar por defender su amor, sin olvidar jamás que «Jesús está siempre presente entre ellos».
El hogar: primer lugar donde se transmite la fe
Y en relación a la pregunta de cómo transmitir la fe a los hijos, planteada por el matrimonio de jóvenes recién casados; el Santo Padre indicó que el hogar es el primer y más importante lugar para transmitirla, «a través del sereno y cotidiano ejemplo de los padres que aman al Señor y confían en su palabra».
«Ahí, en la «iglesia doméstica», los hijos aprenden el significado de la fidelidad, de la honestidad y del sacrificio. Ven cómo mamá y papá se comportan entre ellos, cómo se cuidan el uno al otro y a los demás, cómo aman a Dios y a la Iglesia. Así los hijos pueden respirar el aire fresco del Evangelio y aprender a comprender, juzgar y actuar en modo coherente con la fe que han heredado. La fe se transmite alrededor de la mesa doméstica, en la conversación ordinaria, a través del lenguaje que solo el amor perseverante sabe hablar», argumentó Francisco.
«Por tanto, rezad juntos en familia, hablad de cosas buenas y santas, dejad que María nuestra Madre entre en vuestra vida familiar. Celebrad las fiestas cristianas. Vivid en profunda solidaridad con cuantos sufren y están al margen de la sociedad», alentó.
Un recuerdo inolvidable del Papa: el cariñoso beso de sus Padres
Y entre varias de las anécdotas que el Sucesor de Pedro compartió espontáneamente con los presentes, relacionadas con el amor vivido en la familia y la necesidad de que la caridad que practicamos «no sea fruto del compartir aquello que nos sobra, sino aquello que verdaderamente apreciamos»; el Papa contó uno de los recuerdos más entrañables de su infancia, «uno que nunca olvida»:
«Un día entré a casa y vi a mis padres saludándose cariñosamente con un beso en el comedor. ¡Fue hermoso! Mi padre volvía cansado del trabajo y expresaba su amor a mi madre, con un beso».
«Dejen que sus hijos vean el amor entre sus padres expresado en caricias, abrazos y besos, porque este es el dialecto de la fe y del amor, que se aprende en primer lugar, en el hogar», afirmó el Pontífice.
El amor sin raíces no puede crecer
Antes de despedirse el Papa recordó que ninguna familia puede crecer si olvida sus propias raíces. «Los niños no crecen en el amor si no aprenden a hablar con sus abuelos. Por tanto, dejad que vuestro amor eche raíces profundas».
«Que, junto con el Papa, todas las familias de la Iglesia, representadas esta tarde por parejas ancianas y jóvenes, puedan agradecer a Dios el don de la fe y la gracia del matrimonio cristiano», concluyó Francisco.