(Zenit/InfoCatolica) El Instituto Pontificio Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, de la Universidad Pontificia Lateranense de Roma, concedió también esta distinción al profesor de sociología italiano Pierpaolo Donati. La ceremonia tuvo lugar el pasado miércoles 13 de mayo, fiesta de la Virgen de Fátima y 28º aniversario de la fundación del propio instituto, cuyo decreto de erección tuvo lugar el mismo día del atentado contra el Papa por parte de Alí Agca, en 1981.
En el caso de Kiko Argüello, el Instituto ha valorado "el fuerte empeño del Camino Neocatecumenal en la cuestión de la familia, sea con la experiencia de la 'celebración doméstica' que con el envío de familias en misión", así como "la promoción, junto a otros sujetos eclesiales, de grandes iniciativas en apoyo de la familia", especialmente "el Family Day en Italia y la Fiesta de la Sagrada Familia de Madrid, en 2007".
Por su parte, el profesor de la Universidad de Bolonia, Pierpaolo Donati, es considerado por el Instituto como "uno de los máximos expertos en el mundo de la sociología de la familia". De Donati se valora el haber contribuido a la edificación de "una sociología humanística que toma distancia de todas las formas de reduccionismo científico y de relativismo cultural".
En la "lectio doctoralis" pronunciada al recibir el "honoris causa", el cofundador de Camino Neocatecumenal se ha referido al Concilio Vaticano II, suscitado por el Espíritu Santo para “responder a la grave crisis” de la Iglesia y al Camino Neocatecumenal como don del Espíritu santo “para poner en práctica la renovación deseada por el Concilio”, con un “itinerario de formación católica, valida para la sociedad y para los tiempos modernos".
Kiko Argüello explicó que “para responder a la fuerza del ateísmo moderno y a la secularización, los cristianos bautizados necesitan un catecumenado como tenía la Iglesia primitiva, un catecumenado post-bautismal”, y que el Camino responde a esa necesidad proponiendo "en sus rasgos fundamentales, reconstruir la comunidad cristiana, inspirándose en la Sagrada Familia de Nazaret”, y afirmó que “el Camino Neocatecumenal ha podido hacer lo que ha hecho hasta ahora: familias reconstruidas, numerosos hijos, vocaciones a la vida contemplativa y al sacerdocio... sólo a través de esta obra de reconstrucción de la familia”, “educando a las familias en la oración y en la transmisión de la fe a los hijos”:
En el Camino Neocatecumenal -explicó Kiko- la transmisión de la fe de padres a hijos se realiza “sobre todo en una celebración familiar, en una liturgia doméstica”, en torno a la “la mesa de la familia, donde la familia come unida, bendiciendo al Señor por todos sus dones”, que “habitualmente se hace el día del Señor”, y en la que “puedan encontrarse, al menos una vez a la semana, las dos generaciones - hijos y padres - y donde pueden rezar y dialogar poniendo la palabra y al Señor Jesús resucitado en el centro”. En ella “los padres rezan los salmos de las laudes con los hijos, leen las Sagradas Escrituras y les preguntan: "¿qué te dice a tu vida esta palabra?". Es impresionante ver cómo los hijos aplican la Palabra de Dios a su propia historia. Al final el padre y la madre dicen una palabra, partiendo de su propia experiencia, e invitan a los hijos a rezar por el Papa, por la Iglesia, por los que sufren, etc. Después se reza el Padrenuestro y se dan la paz; y la celebración se concluye con la bendición de los padres sobre cada uno de los hijos”.
El cofundador de Camino Neocatecumenal concluyó su “lectio doctoralis” agradeciendo al Instituto Juan Pablo II para la Familia, con el que dijo “nos sentimos contentos de poder colaborar”, “aportando la experiencia de tantas familias de toda condición social y cultura” y afirmó que “si bien muchas familias no tienen el apoyo de una formación cristiana comunitaria como es el Camino Neocatecumenal, estamos convencidos de que este trabajo común será para muchas familias una pequeña semilla que se esparce y que con la gracia del Espíritu Santo un día podrá ser un gran árbol, un árbol bello, lleno de frutos: tantos adultos que no olvidarán nunca aquella celebración doméstica de la propia familia, donde han visto a los padres amar y rezar a Dios con verdadera convicción”.
