(NCR/Gaudium Press) Explica el obispo que el papa Montini preveía el terrible impacto que la contracepción traería a nivel personal y cultural, en cuatro campos:
«Infidelidad [conyugal] y decadencia moral; pérdida de respeto por las mujeres; abuso de poder -incluyendo los poderes industriales en el mundo en desarrollo- y ansia de las personas por un dominio ilimitado sobre sus propios cuerpos».
Y añade:
«Ahora vivimos en ese mundo contraceptivo, que es al mismo tiempo la casa del aumento creciente de divorcios, abortos, padres solteros y enfermedades venéreas fuera de control; es un mundo de #MeToo, en el cual las mujeres se sienten más presionadas y menos valoradas que antes; una realidad global de la esterilización forzada de innumerables mujeres en África y abortos forzados en China, que ha entrado en una crisis de subpoblación, seguido de cerca por Europa occidental, que enfrenta su propia crisis de orientación sexual o identidad de género y suicidios, no menos entre los jóvenes, en una proporción casi epidémica. Se mire como se mire, es difícil no ver, sobre el terreno, cómo la anticoncepción ha empeorado a la sociedad y la ha puesto en crisis. Son solo los ideólogos quienes no admitirán ninguna evidencia de lo contrario, que creen que así es como se ven la libertad y el progreso».
Dadas las consecuencias globales catastróficas señaladas por el obispo escocés, él mismo invita a aquellos que «eran escépticos o timidos dentro de la Iglesia en apoyar la Humanae Vitae en los tiempos pasados», a «darle un total respaldo hoy, a la luz de los últimos 50 años de amarga experiencia».